DOS A LA SEMANA

LOS PERSAS EN EL CONGRESO
Jorge Aragón Campos                                     jaragonc@gmail.com

De entre las obras teatrales más clásicas de entre las clásicas, está Los Persas, escrita por Esquilo casi quinientos años antes de cristo, donde encontramos un pasaje donde las mujeres de Persia, hartas de ver morir a los hombres en guerra tras guerra contra los griegos, deciden hacer huelga de sexo: pancho no vuelve a cenar hasta que no se dejen de pendejadas; hagan la paz ya. Algo así más o menos.

Parece mentira que las mujeres de hace casi dos mil quinientos años, tenían más cabeza que las de hoy.

Las mujeres sinaloenses, desde hace años están viendo morir a sus hombres y no sólo no han hecho nada para remediarlo, han contribuido a darles cuerda y han hecho crecer la locura hasta que ya comenzó a afectarlas también.

Un grupo de feministas acaba de estar en el Congreso estatal, demandando justicia para las mujeres que recientemente han sido asesinadas en Sinaloa, nada más que con una postura excluyente, con un discurso que olvida por completo a todos los muertos varones –que son legión-, es decir, siguiendo a la perfección el guión establecido por una autoridad que busca ante todo no hacer nada, salvo compartimentar la inquietud y la protesta social para seguir haciendo precisamente lo mismo: nada. Eso de las alertas de género, los fiscales especiales y demás inventos comprobadamente inútiles, no son más que la promesa de una pequeña cuota de impunidad, que genera la expectativa de que “jodidos los demás, a ustedes sí les vamos a dar un trato especial, justicia, equidad y todo lo que gusten de poner en la listita”.

Me sorprende la facilidad con que las feministas han caído en la trampa, pero más me sorprende la tremenda miopía que padecen, lo necias que son, cuando tienen frente a sus narices las pruebas fehacientes de que su lucha no tiene futuro alguno, salvo la derrota y la ruptura con otros sectores de la sociedad, a los que deberían estar convocando ellas, con el propósito de ofrecer un frente común, para presionar hacia la solución de un problema que nos afecta a todos.

Si algo nos puede salvar es esa parte del espíritu femenino que antepone la empatía por los débiles y por los vencidos, por los niños y por los viejos, por los pobres y por los enfermos… en fin, por todos aquellos que sufren y que siempre tendrán cabida en el corazón de toda mujer que se precie de serlo y, sobre todo, que sepa serlo, como las rastreadoras, que han sabido convertir su dolor y canalizar su amor hacia resultados que evidencian la complicidad y negligencia de las autoridades, en lugar de andar haciéndole el caldo gordo a demagogas presupuestívoras; son mujeres que sí saben muy bien que el fenómeno de la impunidad nos afecta a todos, por lo mismo es fundamental la unidad de todos para enfrentarlo, lo demás es grilla…y de la barata.

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