TRES A LA SEMANA

DESAPARECER AYUNTAMIENTOS

Jorge Aragón Campos

                Es de llamar la atención que un grupo de personas de las sindicaturas de Quila y Emiliano Zapata, adopten de manera pública la postura políticamente incorrecta de oponerse a la municipalización de El Dorado. “Si lo hacen municipio no queremos estar”, dijeron.

Y dijeron bien.

Si nos remitimos a la experiencia, debemos reconocer que a Sinaloa no le faltan nuevos municipios y sí, en cambio, le sobran algunos. Choix, San Ignacio, Badiraguato y Cosalá son los ejemplos más notables de regiones a las que el destino las alcanzó; en la actualidad, el manejo de un ayuntamiento se ha vuelto sumamente complejo, reclama conocimientos de las intrincadas legislaciones, reglamentos, protocolos administrativos, etc. Además de relaciones con las élites políticas del país, lo cual sirve para obtener recursos, asignaciones de obras, acceso a programas especiales, apoyos extraordinarios, etc. Las clases políticas de esos ayuntamientos deprimidos (de donde surgen sus alcaldes), se distinguen por vivir ancladas al México de hace cincuenta años, de ahí que su principal función sea venir a Culiacán a estirar la mano con el gobernador (según ellos). No debe extrañarnos que ya ni para robar tengan gracia, como quedó demostrado con el escándalo de los sueldos de los presidentes municipales, donde mientras más pobre fuera el municipio, más alta era la percepción del primer edil.

En esa situación están, sacando del único lugar donde hay: de la nómina.

La verdad es que los flujos de población dentro del propio estado, han dejado unas zonas vacías y han hecho crecer otras, y para que un municipio sea viable requiere de una masa crítica de pobladores, que permita tener en su seno a elementos capacitados para el ejercicio público. Si nos fijamos, existen sindicaturas dentro de los municipios más grandes a las que les va mejor que a los municipios pequeños. Navolato, que acaba de cumplir 30 años como municipio, es un caso ilustrativo: apenas hoy, comienza a despegar en infraestructura, gracias a nuevos elementos de su clase política que traen el conocimiento y la experiencia suficientes para bajar recursos de la federación y de donde existan. Y no se nos olvide que en ello tuvo mucho que ver su vecindad con Culiacán.

Por razones como estas y muchas más, no solo no deben crearse nuevos municipios, sino deberían compactarse los existentes. Cosalá y Badiraguato pueden fusionarse a Culiacán, San Ignacio a Elota y Choix a El Fuerte, aunque claro que tal cosa es por ahora políticamente imposible, así que al menos no empeoremos más la situación, en lo que llegan las condiciones para mejorarla.

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