DOS A LA SEMANA

LIBROS CONTRA COMPUTADORAS (PRIMERA)

Jorge Eduardo Aragón Campos                      jaragonc@gmail.com

El mes de abril pasado, tuvimos en el mundo de habla hispana la conmemoración del día del libro, que esta vez en Sinaloa coincidió con diversos eventos relacionados con bibliotecas, los cuales se prolongaron hasta bien entrado mayo.

Me parece fue en el año dos mil, se hizo una encuesta mundial (una especie de 100 mexicanos dijeron pero a lo bestia, además de objetivo muy distinto) para determinar cuál era hasta ese momento el invento más importante de toda la historia de la humanidad, saliendo seleccionada por abrumadora mayoría la imprenta. No es un hecho menor, pues de la imprenta se derivan la lectura, el libro, la enciclopedia, la biblioteca, así como profundas implicaciones en absolutamente todos los órdenes de nuestras vidas.

Sin embargo, soy de la opinión que ante la rapidez de los cambios provocados por la tecnología, respondemos con un revoltillo de conceptos donde se nos perdió de vista lo importante: para qué queremos la lectura, para qué queremos los libros, para qué queremos las bibliotecas. Sagan decía que el libro era un medio para comunicarnos a través del tiempo: a través de ellos podíamos “escuchar las voces de quienes nos precedieron”, asimismo nuestros sucesores podrán hacerlo con nosotros. La visión de éste brillante científico y divulgador era unánime durante su época: el libro es un medio de comunicación. No sé si ustedes se han fijado, pero las nuevas tecnologías han dejado el campo de los medios de comunicación, peor que la franja de tierra de nadie durante la primera guerra mundial y conste que son de los damnificados más recientes, porque mucho antes las tronadas fueron…las imprentas.

En realidad Gutenberg fue el Henry Ford de su época, los libros impresos existían desde mucho antes y no porque se hicieran a mano, los chinos ya los producían por miles mediante placas de madera tallada, la genialidad del inventor alemán estuvo en la concepción de los tipos móviles, lo cual disparo exponencialmente la producción pues permitió seguir produciendo miles de ejemplares pero ahora de miles de títulos. Gracias a las imprentas (un sistema de producción) los libros (un medio de comunicación) se convirtieron en los depositarios del conocimiento humano.

El concepto actual de biblioteca, como un acopio catalogado y ordenado de obras, es mucho más viejo que el del libro y el de la imprenta, pues hace 2600 años, la biblioteca de tablillas de arcilla del rey Asurbanipal ostentaba más de 20 mil escritos sobre ciencia, religión, gramática, sin olvidar el Poema de Gilgamesh; la enorme distancia que nos separa del último rey de Asiria, proporciona la perspectiva suficiente para encontrar en la escritura el leitmotiv de toda una parafernalia que se homogeniza gracias a ella: es para usarla en nuestro beneficio qué queremos la lectura, los libros, las bibliotecas…

Y así en puntos suspensivos la dejamos. Le seguimos en la próxima entrega.

DOS A LA SEMANA

CRÓNICAS DEL GRAN TIEMPO

Jorge Eduardo Aragón Campos                                  jaragonc@gmail.com

Mi padre se llamaba Jorge Aragón Gutiérrez y le decían “el cochalá”, pues a todo el que lo quería escuchar le presumía haber nacido en el mero Cosalá; no voy a decir que era el hombre con más güevos que yo haya conocido, porque no lo fue, pero al igual que muchos de su generación, tenía un sentido de la rectitud que no admitía graduaciones; traía en sus genes la marca de los que nacen en la sierra sinaloense, donde ser hombre es lo  mismo que estar embarazada: ¿Estás o no estás? ¿Eres o no eres?

Dos anécdotas buenísimas de él, la primera la supe por boca del padre de los Almaral (QEPD), que fuera gran amigo suyo, por lo tanto compañero de vagancias y que atestiguó un juego de póker en el Hotel Rosales; era un miércoles y pasaba de la medianoche (nunca entendí el énfasis del miércoles), jugaban el “rabias” Espinoza, otro más -cuyo nombre se volvió polvo de olvido-, un jefe policiaco de apellido Leyzaola -sí, ese mismo- y mi papá, que desde que iniciara la mesa temprana la noche, monopolizaba la suerte disponible en todo el establecimiento porque llevaba ganadas prácticamente todas las manos; achispado además por la bebida, sus carcajadas y sus pendejadas tenían en fiesta a los demás, salvo los otros tres jugadores que, víctimas de la bien ganada fama que tuvo en vida “el cochala”, como uno de los más despiadados e imbatibles carrilludos de este pueblo, reaccionaban los otros dos con miedo, al ver cómo a Leyzaola se le iba agriando la expresión ante el festín burlesco del imprudente, hasta que explotando y llevando la mano a la cintura después de haber arrojado una tercia de ases y un par de reinas sobre la mesa, con voz fuerte, no gritando, con esa firmeza propia de los que ya tomaron una decisión, dijo  pues ahora sí cabron, nomás para que no digan que te maté por envidia. Mi papá se volvió hielo, abrió la boca con estupor mientras subía y bajaba la cabeza, llevando la mirada desde las cartas hacia la mano desenfundando y de ahí al rostro del matón, hasta que le grita ¿Ah sí? y poniendo su juego encima del otro ¡Pues primero vas a tener que matarme este pokar de reyes! Al ver los cuatro reyes que pareciera también se burlaban de él, Leyzaola sin titubear mucho soltó la risotada y le grito ¡Inche cochalá, everas no pagas un tiro ijoelachingaa!

Lo que trato de ilustrar con la anécdota, es el momento histórico de nuestro estado cuando se disparó la migración de los pueblos sierreños hacia las ciudades de los valles, atraídos sus habitantes por la fiebre del oro verde agrícola, que tuviera su disparo de arranque con el inicio de la construcción de la presa Sanalona y cuyos ecos atraerían gente de todos los continentes, convirtiendo esta tierra en un crisol donde acabaron fundiéndose lo mismo chinos que griegos, japoneses, alemanes, franceses, españoles… estaba en pleno un proceso del cual surgiría el temperamento de una nueva forma de sinaloenses, es decir nosotros, los que hoy nos ostentamos como tales.

La otra anécdota ocurrió mucho después y ya me tocó a mí, pero por motivos de espacio se las entrego en el próximo número de Radio UAS Tierra.

DOS A LA SEMANA


NO HAY COINCIDENCIAS

Jorge Eduardo Aragón Campos                           jaragonc@gmail.com

En 1976, Armando Ayala Anguiano publicó la novela “el día que perdió el PRI”, donde anticipaba que la presidencia sería ocupada por un panista; en la parte donde se narra la campaña rumbo a la elección, el candidato opositor “se pierde” y nadie sabe dónde diablos está, de ahí que el secretario de gobernación le consulta al encargado del espionaje político y este le confirma que efectivamente “lo traen perdido”, a lo que el secretario responde “aquí no se pierde nadie si no lo decidimos nosotros”.

La anécdota sirve para ilustrar que ya desde entonces, en México la política era una actividad de estafadores, entendido esto en su sentido más básico y original, donde un estafador es aquel que busca hacer creer a sus víctimas en algo que no tiene existencia real. Durante mucho tiempo funcionó muy bien, tanto que resultó suficiente para convencernos a todos de que nuestra clase política estaba compuesta por una especie de illuminati, capaz de prever y controlar hasta “el batir de alas de una mariposa en Pekín”. De entonces viene una expresión que hasta hoy es de lo más común y nadie discute: en política no hay coincidencias.

¡Ja!

De 1976 a la fecha algo de agua ha corrido por el río, al menos la suficiente para que esa premisa gnóstica sobre nuestros políticos cayera derrumbada por ellos mismos, al despojarse de todo intento por simular su verdadera naturaleza de chambistas, exhibiéndose como incapaces frente a la incertidumbre futura tal como usted, yo y cualquier otro la padece.

El truco es que no hay truco, dijera el clásico.

Cada vez es más difícil engañar a alguien ya no dijéramos a todo un país, de ahí que pregunto (la pregunta no es retórica, es en serio) ¿es creíble el discurso del nuevo gobierno sobre su honestidad a toda prueba y su voluntad para atacar la corrupción, cuando por todos los medios el expresidente Enrique Peña Nieto se pavonea en el extranjero acompañado por descomunales güerotas, departiendo en la mesa con Julio Iglesias y en general dándose la gran vida? Hacer esa pregunta es el motivo de este artículo y ya se cumplió. Sea cual sea su respuesta, vale la pena vaya a Google y busque Son incompatibles empresarios priístas y periodismo independiente: Armando Ayala. Revista Proceso 9 marzo 1985. Eso sí, hágalo bajo su cuenta y riesgo, porque como ya todos sabemos Proceso es ahora periodismo traidor y fifí.