Yo no quiero creer,
Yo quiero saber.
Carl Sagan
Jorge Eduardo Aragón Campos
Yo no me trago eso de que a diferencia de sus antecesores, AMLO es un interlocutor más cercano al México real; es otro político mexicano farsante, como suelen ser los políticos mexicanos y como suele serlo el resto de una ciudadanía que desde hace mucho tiempo comparte una visión mágica del mundo, y es por eso y es ahí donde se genera la profunda grieta que también desde mucho tiempo atrás nos divide en dos partes, la minoritaria/privilegiada/cómplice y la mayoritaria/ desposeída/ víctima.
Las reacciones que está generando el estatequieta que le acaba de poner el peje a Tatiana, ante su intención de establecer a nivel nacional el programa de verificación vehicular, que no es otra cosa que un nuevo impuesto disfrazado, son prueba documental suficiente para afirmar que con AMLO o sin él, los mexicanos somos incapaces de establecer acuerdos entre nosotros, como es natural siempre que dos fanatismos se enfrentan. En “El Amor en los Tiempos del Cólera”, en menos de dos líneas García Márquez describe y explica uno de los fenómenos más complejos de las sociedades católicas modernas: en la probable Cartagena del relato, la diferencia entre conservadores y liberales era que unos asistían a misa de seis y los otros a misa de siete.
Hay que andar muy marihuano o algo peor, para aceptar la versión presidencial de que “no estaba enterado” de las intenciones de Tatiana, cuando al día de hoy, quién diablos puede tener dudas de que, dada la Secretaría que ostenta, Tatiana es incapaz de tomarse un vaso de agua de Jamaica pues puede ser que su patrón le niegue autorización para que le den ganas de mear. Tatiana sólo fue la portavoz de una propuesta presidencial que recibió un rechazo de tal magnitud, que el peje se desistió y culpó a Tatiana y ella absorbió el golpe; ambos hicieron bien: Para eso son los funcionarios.
El verdadero tema es que el gobierno ya no tiene dinero. Antes de que agarren monte, ojo: no dije el actual gobierno, dije el gobierno. Esa es una realidad que no están dispuestos a reconocer el presidente, las sirvientas y todos los que van en medio, porque al igual que hace el presidente, no hay asunto por más grave que sea, que no podamos enfrentarlo por la vía de nunca hacer lo aconsejable, de hecho y de preferencia hacemos justo lo contrario, como vino a ocurrir con esto del nuevo impuesto, donde la sociedad se polarizó de nuevo para enfrascarse en un intercambio de supuestos, convicciones, ideas bonitas, etc. a favor o en contra de las supuestas bondades medioambientales de lo que no es otra cosa que otra edición, corregida y aumentada, del impuesto de la tenencia. Sobre el asunto de que ya no hay dinero en las arcas públicas… que se preocupe el peje que para eso es el presidente, porque yo no estoy en el gobierno y por lo tanto eso a mí no me afecta.