DOS A LA SEMANA: PRECIO CACHIRUL PARA EL MAÍZ.

TERCERA DE IDEAS SUELTAS SOBRE EL MAÍZ

Jorge Eduardo Aragón Campos

Me llama la atención, que nadie resalte la facilidad y la frescura con que “los productores” reclaman su derecho a imponer un precio justo a lo que producen. Podríamos preguntarles ¿Justo según quién? Pero eso sería caer en un juego en el que ya nadie cae, ni siquiera ellos. Pero bueno, al menos ya consta en actas quien metió al ruedo a doña justicia.

Circula en redes otro video, distinto al que nos hemos referido desde el inicio de esta serie de artículos, que muestra una supuesta discusión entre “los productores” que tenían tomado PEMEX Culiacán, donde uno de ellos se queja amargamente de la insolidaridad entre quienes les rentan las tierras que usan para producir, señalando que a diferencia del resto del público, seguían sin hacerse presentes en los plantones y, peor aún, pretendían se les pagara ya, en ese mismo momento, lo correspondiente al actual ciclo; furioso, cerraba su participación diciendo – en tono de “son chingaderas”- ¡Ya quieren cobrar y ni hemos empezado a trillar! ¡Y no hay precio! ¡Ah! ¡Pues hay que bajarle el precio a la renta! Y aquí entro yo para decir ¿Hasta ahorita?

¡Apa modelito de negocios que se traen estos!: siembro en tierras que rento al precio que diga el dueño, pago los insumos al precio que sea, usufructúo una infraestructura hidráulica pública que administro con las patas, porque no me gusta batallar para producir, pero le exijo al gobierno que me pague a un precio que me convenga, y a cambio, en lo que a mí respecta, que se siga robando lo que le plazca (SEGALMEX), que este año yo ya chingué y el que entra aquí nos vemos para lo mismo. ¡Ah! Y agradézcanmelo, porque para perder dinero la única forma segura es la agricultura.

Desde hace por lo menos 30 años, cualquier productor de un bien o de un servicio suda la gota gorda para lograr superar el punto de equilibrio, pues todo el gasto de inversión debe salir de su bolsillo, ante una banca que sólo ofrece créditos al consumo a tasa que pareciera diseñada por Hitler para aplicársela a los judíos (estoy hablando de genocidio económico); debe enfrentar además, periodos de inflación y de recesión, alta incertidumbre por los vaivenes económicos, altos costos energéticos, un sistema fiscal voraz que se ceba en los causantes cautivos y en la micro y mediana empresa… y todo esto es nada más para poder hacer acto de presencia en el mercado y, más vale, con un precio que resulte aceptable a los compradores, que en el caso de las grandes empresas, habrá que soportar condiciones de pago que no es nada de raro llegue a los tres meses de plazo ¡Ah! Pero aquí, el productor se indigna contra su rentero cuando se comporta igual que él.

A mí no me vengan con cuentos chinos: nadie me ha puesto nunca nada en mi mesa, todo me lo he pagado yo, a los precios de un libre mercado que durante la pandemia me puso la madriza de mi vida ¿y de qué me sirvieron éstos “productores”? ¡Carajo! ¿Tuvieron siquiera un gesto de solidaridad… empatía… impotencia? Sí, de impotencia: sobarnos el lomo con una declaración sectorial, lamentando el no poder contribuir en nada por estar tanto o más jodidos que nosotros… Digo, capaz que se las creemos: se la viven chillando. ¿Cómo se han comportado toda la vida los precios, la calidad y la disponibilidad de los productos agropecuarios que se producen aquí en Sinaloa? Que a mí me conste, de una década para acá no son raros los momentos donde los ponen más baratos en Guadalajara.

Nuestros “productores” no son más que rémoras con la misma estatura de nuestros políticos, de ahí su pretensión de apelar a la solidaridad y la aceptación de sus mismas víctimas, o sea nosotros.

Deja un comentario