¡No son acarreados… son transportados!
José López Portillo y Pacheco
Frase de campaña, 1975
La vieja cancha destartalada de futbol, con más pinta de viejo potrero, que de centro deportivo, era el epicentro de toda esa marabunta de ruido, gente extraña –obviamente no pertenecía a la colonia, que era el centro de toda esa algarabía-, los camiones de redilas, formaban valla, de donde parecía que no paraba de salir gente, como si fueran hormigueros, previo al invierno.
Las banderas tricolores, los anuncios y las mantas del candidato, empezaban a establecerse. El templete de madera, recién construido y pintado para el evento, era la muestra viva y palpable, de que aquello, era todo un frenesí fugaz, pero efectivo previo a los comicios electorales.
Las enormes bocinas y la música estridente son el perfecto fondo de toda esta festividad popular. Todo ese mar de humanidad que se pintaba del mismo color, y en sus pechos el apellido del “bueno”, parecía la uniformidad cromática del momento. ¡Vota por Don Rómulo Durán!, se escucha por todos lados. Los sombreros, las gorras, las camisas y las banderas reafirman al hombre: ¡Vota por Durán!, ¡Vota por el PPU!
El pegadizo y enfadadísimo “jingle” que fusilaba la melodía folclórica de la región, con palabras de exhortación a votar por el cacique del poblado era el pan nuestro de todos los días. ¡Vota por Don Rómulo!, ¡Vota PPU! ¡Caray! –Diría mi comadre Juanga, la de la frontera pues- como chiflan en la loma estos bandidos, como sí de verdad les importara la Gente, en fin, les sigo contando esta epopeya electoral-.
-¡Apúrale pinchi Liborio! ¡O no te doy los pinchis $200 pesos del apoyo, cabrón!
-¡Ahí voooy Chinto!, ¡Pero no seas maje!, con el apoyo no te metas güey, ya ves, que para que me lo dieran fui a volantear por todo el bulevar del Gato Pinto 6 horas y a bailar con la botarga del candidato en el crucero de las Coloradas toda la mañana y ¡me sales con eso! ¡No la chifles que es cantada pinchi Chinto!
-¡Pos yo no sé Liborio!, ahí tu sabes si quedas bien, porque si no, no te apunto en la lista, y ya sabes, que si no jalas, ¡te ahorcas en la colonia cabrón!, Ya ves que nos prometieron el pavimento y el drenaje, y por tu culpa no quiero que no nos hagan buena la promesa, así que, te pones la botarga y ¡A bailar cabrón!
Nuestro indignado e infravalorado amigo, con los ojos rojos y húmedos de coraje, por el “pasquincito” recibido por su líder de Colonia, moviliza su humanidad decrepita y huesuda, y sólo piensa en su mujer y los 6 chamacos que están en su casa -bueno, si al tendejón de láminas, palos y cartón se le puede llamar casa- todos ellos descalzos, cosquillosos, piojosos, panzones y lo peor hambrientos y, de pronto, dice para sus interiores:
…todo sea por ellos, ¡San Malverde adorado! Santo patrono de los pobres, desamparados y bien jodidos como yo, ¡Ora si! , ¡Haznos el milagro de que nos pongan aunque sea el drenaje en la colonia, y si puedes, que nos pavimenten la calle, en tus manos encomiendo mi alma.
Liborio empezó a “hacer show”, mientras él veía como la gente reía de las payasadas que se hacía como parte de la rutina ridícula y acartonada que entretenía a la multitud. Las carcajadas y los gritos acallaban la frustración y el rencor de nuestro amigo, cuyas llagas políticas supuraban y dolían, mientras había una supuesta esperanza de mejora en su colonia. Todo esto, claro está, dentro de esa apestosa botarga.
Llegaba el candidato, rodeado de una serie de lambiscones, todos ellos con radios y con caras de esfinges duras, sin sentimientos. Por contraste, Don Rómulo Durán, hacía gala de su sonrisa, pícara, con fuertes tintes de lujuria –especialmente cuando pasaba a un lado de una muchacha guapa o alguna guapa edecán de la campaña-, daba la impresión de un verdadero cacique, que reclama para sí, todo el poder.
Pero, ¿Quién era nuestro ilustre candidato?, ¿De dónde había salido? Aquí el ridiculum vitae de nuestro ilustre candidato:
Nuestro buen e ilustrísimo candidato a la gubernatura del estado, era un bandido –perdón- un ilustre empresario chupasangre – ¡Otra vez se me chipoteó, perdón!-, era el cacique de San José de las Caguamas – no del pisto, sino de las tortugotas en el mar, que quede claro ¿eh?- un pueblo perdido en la costa norte del estado.
Su familia había dejado de ser pescadores, y comprando unos billares y adquiriendo una concesión de venta de alcoholes, empezó en el negocio de los “restaurantes y turismo paupérrimo”, es decir, vendían botana, pescado y cerveza a los pescadores del lugar, y por supuesto, regenteaban a las prostitutas del lugar, por muchísimos años. La familia Durán eso haría a la sombra de los diferentes caudillos y “licenciados” de la “Contrarrevolución” del estado, así que ya sabrán de dónde venía la fortuna de nuestro ilustre empresario.
¡Y bueno!, claro está sin mencionar los diferentes negocios de la producción, distribución y venta de mariguana, amapola y otros dulcecitos, que se venden por toneladas. Con las ganancias de “los peculiares negocitos”, se hacían legendarias las fiestas con artistas y bandas musicales en su hacienda “El Mapachón pardo”.
Es más, cuenta la leyenda popular y las malas lenguas, que por allá en el ´63-64, fueron contratados –por no decir obligados por los pistoleros de Don Chencho Durán, y que en el infierno descanse, padre de Don Rómulo Durán- un grupo de músicos ingleses y greñudos que cantaban siempre gritando ye, ye, ye, a una fiesta privada de Rómulo en esa hacienda, -cuando éste estaba chamaco todavía-, así que ya sabrán cómo estaba el asunto desde esos años.
En fin, era todo un hombre de negocios. Y por si fuera poco, el amo y señor de la costa norte del estado, con hijos regados por donde fuera en la región, y también, quien disponía de miles de votos al partido oficial, el Partido del Pueblo Unido, el famoso y legendario PPU –por cierto, algunos decían que era el partido de los Pendejos unidos, usted juzgue sí eso es verdad-.
Era toda una verdadera experiencia escucharlo hablar y sobre todo escucharlo leer a nuestro “culto y refinado Don Rómulo Durán”. En todos los mítines a los que asistía nuestro ilustre hombre, daba muestras de la elocuencia y facilidad de palabra, ¡no rebuznaba nuestro candidato, nomás porque la naturaleza de los hombres no es tal!, pero a décimas quedaba de serlo.
¡Las promesas de campaña!, esas si estaban de locura. Se comprometía a pavimentar todas las colonias populares del estado, ponerles agua y drenaje, parques comunitarios, y escuela en cada colonia. Aquello era alucinante, los acompañantes de Don Rómulo, de pronto, trataba de bajarle el ánimo de sus promesas. Sin embargo, el viejo cacique hacía ademanes de “me vale”, y decía: ¡Yoprometo!, ¡Que cumpla, es otra cosa!
Las cosas así. De pronto nuestro antihéroe y abnegado militante del PPU, ve la oportunidad y con todo y botarga puesta, corre tras del candidato. Nadie trató de pararlo, pensaba el equipo de guaruras o gorilas del candidato, que era parte del show, sin embargo no fue así. Liborio se pone de frente al Don Rómulo y quitándose la parte de la cabeza del disfraz, y con voz de desespero y ansiedad entre voz gritona y lastimosa, le suplica:
-¡Don Rómulo! ¿Cuándo me va a pavimentar y poner agua en la colonia?
Nuestro ilustre politicazo, de manera muy hábil le responde:
-¡Amigo! ¡Gracias por venirme a apoyar!, sé que eres un elemento de mucha valía para mi campaña, ¿Cuál es tu colonia?
Liborio, con un nudo en la garganta, sintiendo que San Malverde siempre virgen, había escuchado sus rezos, le dice:
-¡Don Rómulo! Mi colonia es Lomas del Zopilote, en la entrada norte de la ciudad, por favor, sufrimos mucho, ¡Háganos la caridad!
-¡Amigo! Será la primera en la lista de las acciones de gobierno, ¡Escucha bien!, a partir del primer día de mi gobierno, voy a mandar la maquinaria para tu colonia, y tú nos vas a ayudar a coordinar a la Gente de allá. ¿Estamos?
No se dejaba esperar. Las lágrimas de felicidad y esperanza de nuestro enclenque amigo eran una realidad, al fin, tantos años de apoyar al PPU y ser el ganado de la Contrarrevolución al fin daban frutos. No podía esperar para llegar a su morada – y literalmente era morada su casa, porque le habían regalado una cubeta de pintura morada y así había pintado los palos y las láminas de su mansión tercermundo style– y decirles a su mujer y niños que al fin, la Contrarrevolución había hecho justicia a su familia.
Pues como ustedes ya se habrán imaginado. Las elecciones fueron un éxito para el fabuloso PPU, ¡El carro completo!, el cacique llegó al poder, y las acciones prometidas nunca llegaron. Nuestro estimado Liborio, todas las tardes iba y venía a las oficinas del PPU, preguntando por las acciones del gobierno y en especial por la pavimentada y el drenaje de su colonia. El milagro solicitado, por supuesto, que nunca llegó.
Los hijos de Liborio ya crecieron y se casaron, por cierto, uno ya está en la cárcel por robar gasolina y otro lo agarraron vendiendo mota a los chamacos de la colonia –que por cierto nunca pavimentaron-.
Liborio hace 5 meses quedó viudo, y su mujer nunca vio el milagro de la pavimentada, ni del drenaje por supuesto. Y su mansión sigue igual, bueno, de otro color, pero su arquitectura Pauperrime Decó , no ha variado. Pero, ¿Qué creen?, el buen Liborio sigue firme y fiel a nuestro gran Partido del Pueblo Unido, mitin que existe, mitin que asiste. Su humanidad ya no da para meterse en una botarga, pero en el volanteo, no hay quien le gane.
Nuestro ilustre compañero, ya no es la carne de cañón, no es un simple acarreado como él mismo lo dice, ahora es un flamante líder de colonia. Ahora él acarrea otros incautos y ejerce la presión que alguna vez recibió. Él ya sabe que todo el circo electoral y el de las promesas, es eso, un circo. Una fantasía que hace soñar a los más jodidos y mientras más jodidos, más fáciles de acarrear.
Pero eso sí. Liborio siempre que inicia sus labores acarreadoras, se avienta un speech politiquero que reza de la siguiente manera:
¡Compañeros y compañeras! ¡Nuestro gran Partido del Pueblo Unido los necesita!, ¡La Democracia y el progreso social los requiere! Porque nuestro partido tiene un camino, que debe ser recorrido, y este es: ¡Permanecer en el poder, por siempre y para siempre!, porque mis amigos, ¡Nosotros no somos acarreados!, ¡Somos transportados! Transportados por nuestras dignas y puras convicciones democráticas por nuestro país. Por eso, pésele a quien le pese: ¡Que viva nuestro ilustre candidato!, ¡Que viva el Partido del Pueblo Unido!, pero sobre todo: ¡Que viva México! Gracias.