TIEMPOS DIFICILES

TENGA PARA QUE SE ENTRETENGA

Melchor Inzunza

Anécdotas

La anécdota, si no siempre verdadera, siempre entretenida, busca ilustrar con ejemplos a través de un relato breve de un suceso curioso.

Comparto con el lector algunas improbables y otras reales, pero todas divertidas.

Rey humorista

Cierto rey de Francia, joven y humorista, al hacer una jira a través de su reino, fue recibido a las puertas de una ciudad de provincia por un delegado del alcalde, que comenzó su discurso de esta forma:

“Sírvase su Majestad excusar que por trece razones el alcalde no haya venido a presentarle sus respetos. La primera es que está muerto”.

El rey respondió: considero que la primera razón es suficiente y eximo al delegado de manifestar las otras doce.

Esta historia la refiere Andrew D. White (1832-1918), en La lucha entre el dogmatismo y la ciencia en el seno de la cristiandad, editada en inglés en 1896; y en español por Siglo XXI en 1972.

Las que siguen son de fuentes diversas: revistas, libros, Internet, etc.

Voltaire y Cristo

El filósofo de la Ilustración se encontraba en la calle cuando pasó junto a él una procesión precedida por un Cristo crucificado, y el pensador se quitó el sombrero, en señal de respeto.

–Te creía incrédulo en materia de religión–, le dijo un amigo que presenció tal muestra de deferencia.

–Y lo soy, contestó Voltaire. Aunque Cristo y yo nos saludamos, no nos hablamos.

Unamuno y el rey

Cuando fue condecorado por el rey Alfonso XIII, el escritor Miguel de Unamuno, le dijo:

–Gracias, señor, por este honor que tengo bien merecido.

Y el rey le contestó:

–Me sorprende que digas esto. Otros condecorados dicen siempre que no lo merecen.

–Y casi todos tienen razón, Majestad.

Doyle y el taxista

Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, refiró su visita a Suiza. Al llegar a Zurich, tomó un taxi y en el momento de pagar, el taxista le dijo:

–No me debe nada. Prefiero que me dedique un libro suyo.

Doyle, sorprendido, le preguntó:

–¿Cómo sabe que soy escritor?

–Muy fácil –respondió el taxista–. Está usted en Zurich, pero sus zapatos están cubiertos de un polvo que no es de Zurich. Por el diseño de los zapatos, veo que son ingleses; luego, el polvo es de Londres. Tiene usted una mancha de tinta en los dedos, luego, es usted escritor y británico.

–Vaya, es más listo que Sherlock Holmes–, le interrumpió Doyle.

–Sí señor, además en sus maletas está escrito claramente Arthur Conan Doyle.

Chofer de Einstein

Cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su teoría de la relatividad, era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias. Como no le gustaba conducir su automóvil, contrató los servicios de un chofer.

Después de varios días de viaje, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.

–Pues si usted quiere –le dijo el chofer– le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.

–Órale –le contestó Einstein de volada. Al fin que donde vamos ninguno de los académicos me conoce.

De modo que antes de llegar al lugar de la conferencia intercambiaron sus ropas y físico se puso al volante.

Total, el chofer expuso la conferencia que sabía de memoria. Al final, un profesor le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cual podía ser la respuesta, pero tuvo sin embargo un golpe de inspiración, y le contestó:

“Mire usted, la pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré responderla a mi chofer, que se encuentra al final de la sala”. Y así fue.

Borgeanas

*Una mañana de octubre de 1967, Jorge Luis Borges está al frente de su clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje. Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar.

El estudiante insiste: “Tiene que ser ahora y usted se va”.

Borges: “No me voy. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio”.

El estudiante: “Pues vamos a cortar la luz”

Borges: “No importa. He tomado la precaución de ser ciego esperando este momento”.

*Borges y un escritor joven debaten sobre literatura y otros temas. El joven le dice: “Y bueno, en política no vamos a estar de acuerdo, maestro, porque yo soy peronista”. Borges contestó: “¿Cómo que no? Yo también soy ciego”.

Fútbol

*“Al argentino no le gusta el fútbol. Le gusta ver ganar a tal o cual cuadro. Fútbol en sí, no. Yo nunca he oído decir a la gente: ‘¡Caramba, yo soy de San Lorenzo de Almagro, pero qué bien ha ganado Boca! ¡Qué contento estoy!’ Entonces el fútbol no les interesa”.

“Y eso pude notarlo cuando hubo un famoso partido entre orientales y argentinos: las personas, antes de que se jugara, ya pertenecían a un bando o a otro, lo cual me pareció rarísimo, puesto que, antes de haber jugado, ¿cómo podían saber quiénes iban a jugar mejor o peor, quiénes iban a ser más fuertes o más hábiles?”.

*Una revista de actualidad reúne a Borges con el director técnico César Luis Menotti. “Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo”, comenta Borges más tarde.

Respuestas

*Un joven poeta se acerca a Jorge Luis Borges en la calle. Le entrega su primer libro. Borges agradece y le pregunta cuál es el título.

–“Con la patria adentro”, responde el joven.

– “Pero qué incomodidad, amigo, qué incomodidad”.

*Borges firma ejemplares en una librería del Centro. Un joven se acerca con Ficciones y le dice: “Maestro, usted es inmortal”.

– “Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista”, le dijo.

*En 1981 le preguntan: “¿A qué atribuye que todavía no le hayan otorgado el Premio Nobel de Literatura?” Borges sonríe y dice:

– “A la sabiduría sueca… Y a una vieja tradición escandinava que consiste en no darle el Premio Nobel a Jorge Luis Borges”.

Caníbales

*En una entrevista, en Roma, un periodista le hizo esta pregunta provocadora: “¿En su país todavía hay caníbales?”

– “Ya no –respondió–, nos los comimos a todos.”

*Y en París, en un estudio de televisión:

–“¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores del siglo?”

–“Es que este ha sido un siglo muy mediocre”.

Calvos

*En 1982, en plena Guerra de las Malvinas, opinó: “Argentina e Inglaterra parecen dos calvos peleándose por un peine”.

–¿Supongo, señor, que después de nuestra toma de las islas Malvinas su opinión sobre la literatura inglesa se habrá modificado?

–“Sí – responde Borges. Ahora estoy en guerra con Shakespeare y con Sherlock Holmes y he desafiado a duelo al Dr. Johnson y a De Quincey.”

*El filósofo cínico Diógenes, insultado por un hombre calvo, le replicó:

–No he de ser yo quien recurra también al insulto, ¡Dios me libre de ello! Al contrario, haré elogio de los cabellos que han abandonado un cráneo malvado y hueco. (Esopo, Díógenes y el calvo)

Melchor Inzunza