ANDO POR LA PLAZUELA

El gobierno mexicano desde hace siete años ha optado por intentar el modelo autoritario capitalista, como el que practica principalmente China y en algo Rusia, lo cual implica seguir con el modelo de libre mercado, pero concentrando el poder político en un grupo, en este caso un partido político, suprimiendo de facto los rasgos democráticos incipientes que nuestro país ha mostrado, coincidiendo con similitudes del régimen anterior en tiempo de la multicitada Dictadura Perfecta (Mario Vargas Llosa, dixit). Hay que dejar en claro que las razones de las coincidencias son casuales, las causas responden a momentos y razones históricas muy distintas, por lo cual no se está tratando con el mismo animal.

Para este fin se opera en el sentido de centralizar la influencia de las decisiones en los poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Con los dos primeros bastó con operar el endeble sistema de partidos para asegurar los resultados electorales, ya que en la democracia mexicana la separación entre Ejecutivo y Legislativo nunca ha sido real sino nominal, pero teniendo los dos de manera directa abarata las negociaciones y evita las posibles disidencias. Con el poder Judicial se tuvo que operar de manera más ríspida porque presenta cierta independencia en razón de ser nodo de intereses de peso político y de poder por lo regular, no siempre, ajeno al ámbito e interés del Estado mexicano.

También se observa un intento de subordinación de los poderes fácticos de todos los ámbitos, sobre todo el económico, al gobierno mexicano, lo que ha provocado mayor resistencia, incluso armada.

Esta intentona política tiene un factor de latente de caos ya que tiene una dependencia de elementos externos internacionales por lo cual el trabajo cultural se vuelve esencial en la población de México, si se pretende cierta permanencia a futuro, que es donde tienen el mayor equivoco y donde se observa que hay altas probabilidades que este proyecto, a mediano plazo, naufrague.

Para este tipo de modelos es necesario homogenizar la identidad de la población para lo cual se ha hecho uso de una narrativa creada tiempo atrás, residuo del Romanticismo europeo, en las vanguardias posmodernas mexicanas: el Indigenismo, idealizando la sociedad prehispánica con énfasis en la mexica y al mismo tiempo utilizando un viejo recurso para cohesionar sociedades creando un enemigo (real o imaginario) en este caso España, villano recurrente de la élite política mexicana desde antes de la independencia, exigiendo unas disculpas innecesarias por repetitivas, así como absurdas por exigirlas una mestiza judía, en nombre de un imaginario país de 123 millones de autóctonos puros.

Si bien este neoindigenismo romántico parecería coincidir con ciertas reivindicaciones deconstructivistas del individuo, muy en boga estos días, como los movimientos LGTB+ y Feminista, no es más que de manera superficial, esta engañosa similitud se debe sobre todo al pastiche político de lo que se llama izquierda en México, ya que acudió a volver sus propuestas un mercado de veleidades para englobar en sus filas a la mayor cantidad de (lo que en su momento fueron) disidencias políticas.

Intentar centralizar la identidad de México en la caricatura que se tiene de la civilización mexica es un callejón sin salida, una premisa que ya se probó y falló, de lo cual quedó registro incluso en murales, excelsos murales únicos con ideas falibles. Por las expresiones y la edad de la clase gobernante es probables que exista la lectura que esta vertiente discursiva fue saboteada por la imposición de los valores y cultura neoliberal más en específico la anglosajona, lo que no es sino una conclusión que muestra cierto sesgo ideológico, incompetencia o esclerosis mental.

La noción que supone a México como sucedáneo del Imperio Azteca no tiene ningún asidero histórico, geográfico o étnico, esta premisa falló como discurso porque es muy reduccionista, sólo hay que ver la dimensión actual de nuestro país, lo variado de sus climas, geografías y la diversidad de procedencia étnica de los mexicanos para darse cuenta que el imaginario posible que ofrece la idea de los mexicas como nuestros únicos o más importantes ancestros es ridícula por pobre.

Si la idea de los mexicas como identidad raíz de México se adoptó algún tiempo fue en parte por la imposición autoritaria de un sistema político y gubernamental hegemónico, si esta no sobrevivió es tan simple como que no era una buena idea, ni representa a la mayoría de los mexicanos y en contraste habrá que preguntarnos por qué se han seguido afianzadas e incluso tomado mayor fuerza otras representaciones culturales como el Día de muertos e incluso la música regional del norte de México siendo un fenómeno cultural mundial y no fueron avasallados por el diabólica doctrina neoliberal.

El grupo que en este momento detenta el poder político operó en lo práctico lo necesario para hacerse de la posición que ahora ocupa, pero carece de los elementos que le puedan dar permanencia a largo plazo, del constructo necesario para establecer una representación funcional para su asimilación cultural por parte de la población que planteé hitos nuevos, acorde a la realidad actual y con perspectiva de futuro, en lugar de esto han optado por recuperar viejas recetas o tomar prestados referentes superfluos de la moral en turno.

No sería extraño que simplemente no tomen en cuenta estas cuestiones que han acompañado a los regímenes más longevos de la historia de occidente, ya que existen evidencias claras de su holgazanería intelectual, como no contemplar en la relación con España aparte de un reclamo burdo, un agradecimiento por el exilio español de mediados del XX, que proveyó a México de una potencia de pensamiento el cual marcó una de las épocas de mayor pujanza y relieve cultural de la época moderna que nuestro país ha tenido y sin el cual muchos de nuestras mejores mentes, entre literatos, cinematógrafos, filósofos, arquitectos, artistas y científicos no hubieran sido posibles.

ANDO POR LA PLAZUELA:¿Quién engañó a Héctor Cuén?

Octavio Valdez

La figura de Héctor Melesio Cuén Ojeda me llamó la atención desde su periodo rectoral (2005-2009), en particular el hecho de que bajo su gestión la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) dejó de hacer las casi tradicionales marchas que de común hacían administraciones universitarias anteriores cada final de año para exigir-pedir el apoyo económico del gobierno estatal para pagar los aguinaldos. Muchos le cuelgan otros logros, hablo desde mi memoria de veinteañero.

Abono estos recuerdos con dos apuntes más, la imagen de mis maestros de la prepa Allende de la UAS, a finales de los noventa, entre los que se encontraba un futuro Rector, Jesús Madueña y otro insigne pedagogo (de cuyo nombre no quiero acordarme) gritándose mentadas de madre para después pasar a los golpes estando en nuestro salón de clases, en la intención que ambos tenían de presentarnos sus plataformas (buenos deseos improbables) para convencernos de votar por uno de los dos bandos que se disputaban la Dirección de la mencionada prepa, aquello terminó en un aquelarre de rancho entre gritos y sombrerazos.

El otro episodio fue en el rectorado de Gómer Monárrez (2001-2005), aunque no fui alumno de profesional de la UAS (dados los antecedentes se entenderá porqué), tuve amigos que lo fueron y con los que convivía a menudo, lo que me permitió observar el tipo de fiestas que se hacían por parte de las facultades y autoridades uaseñas, se rentaban palapas, contrataban bandas y se llenaban toneles con ingentes cantidades de cerveza, alguna vez le pregunté a algún amigo de dónde salía todo aquello “Tú no te preocupes la HarUAS paga” haciendo alusión a Harvard y pasándome un bote de cerveza. Nunca faltaba la bolita en la fiesta que ya entrada en tragos se ponía hablar de los rumores de las tranzas de las administraciones de las facultades y de que maestro o maestra se metía con cual alumna o alumno. Todo esto me generaba la impresión no articulada de que el tal Gómer (vota por Gómer… ¡Uh!¡Uh!¡Uh!), asumía la dirección de la institución más como una granja que como una universidad.

Entenderá bajo esta lectura porqué lo que consigno de Cuén me llamó la atención en su momento, se podía leer que por lo menos le había puesto decoro a la ordinaria mendicidad universitaria.

Después de salir como rector el maestro Héctor Cuén, como lo cortejaban los interesados, empezó a hacer pininos en la política local, hizo migas con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y consiguió que en unión con el extinto Partido Nueva Alianza (PANAL) lo postularan como presidente municipal de Culiacán para el periodo 2011-2013, contienda que ganó.

Aquí me obligo a hacer un alto porque el paso en su carrera política que dio después de esto fue crucial, en mi opinión, para su vida pública y desde aquel 2012 me extrañó su decisión. Es en este momento decide dejar la recién ganada alcaldía de Culiacán para competir por una Senaduría por las siglas del PANAL, en ese momento regenteado por la aún poderosa Elba Esther Gordillo. En esas fechas la movida me generó algunas preguntas: ¿Fue decisión propia? ¿Quién lo aconsejó? ¿Fue intencional?… En su momento lo adjudiqué a su noviciado en la política pública fuera de las aulas universitarias, le movieron el tapate dirían en jerga, como todo hombre que aspira al poder es ambicioso y hasta ese momento todo le había salido.

No me sorprendió cuando anunciaron que perdió ni tampoco que por acuerdo no volvería como presidente municipal, lo que sí fue inesperado fue el asesinato de su hermano Alfredo Cuén, el dos de julio de 2012 al día siguiente de las elecciones, quien pertenecía a su equipo de campaña, el por lo general anquilosado y laberíntico sistema judicial y de justicia estatal se volvió recto y operante, determinando que la esposa fue la que mandó matar al marido contratando a una célula delictiva de un capo de reciente renombre que operaba para el norte de Sinaloa, más allá de la saliva vertida para condenar el crimen y dar las condolencias el tema quedó en el olvido público (luego nos impresiona cómo estamos).

Cualquiera pensaría que vistos los resultados Cuén Ojeda valoraría la conveniencia de seguir en la política, pero el poder es seductor, enceguece y Héctor, como en la Ilíada, era sólo un hombre. Para no depender de los partidos políticos y sus intereses ajenos a los de él, fundó su propio partido, Partido Auténtico Sinaloense (PAS), a la vez que compactaba las dirigencias universitarias alrededor del proyecto al grado de llegar a ser indistinguible una estructura de la otra.

Tuvo algunos buenos momentos en el experimento del partido, le dio relevancia local y capacidad de negociación en los círculos de poder, pero desde la elección ganada para alcalde de Culiacán, no volvió a pasar la prueba del ácido en las votaciones directas perdiendo la gubernatura en 2016 y otra senaduría en 2018.

Por la forma en la que los partidos “grandes” (PAN, PRI, MORENA) cada uno en su momento negociaron con él era evidente que no lo aceptaban de pleno en los círculos reales de poder político, lo orillaban a negociar en tiempos límite y a dar volantazos de último momento dejándolo con márgenes de maniobra escasos. Se volvió un elemento utilitario para los jugadores nacionales posicionados en la región, cobró algunas, pero su exclusión de las esferas altas de decisión fue siempre evidente.

Incluso en el mayor logro del partido en el 2021 donde en coalición con Morena se adjudicó ocho diputaciones locales y seis presidencias municipales para el PAS, por lo menos nominalmente, se notó ese papel accesorio, recuerdo los vítores de sus seguidores e incluso una frase muy repetida “Vamos a Cogobernar”. Les duro más la asoleada buscando votos a los pasistas que su acercamiento con Morena, en un episodio de dimes y diretes más medido que casual con el gobernador electo descharcharon a su líder Héctor Cuén de su posición en el gabinete estatal.

Del sainete por el control de la Universidad Autónoma de Sinaloa obvio comentar porque para mí entra en el entendido de que es una institución que tiene lo que lleva de existir en el desorden y lo que se anda haciendo, en lo que termine, no lo va cambiar, de su trágica muerte en estos días se comenta banal, abusiva y excesivamente por lo que no me parece necesario.

Quise recorrer el personaje público de Héctor Melesio Cuén Ojeda, como esos personajes que en contra de su voluntad se vuelven comparsas de fuerzas más grandes con las que deciden interactuar y quedan atrapados en la inercia, sin salida. No es que no existan otros ¿Recuerda (seguro no) los ocho ilustres aspirantes a gobernador que tuvo el PRI en el 2018? Para que viniera a ganarles un desconocido que se apuntó 15 minutos antes de que se cerrará el proceso de inscripción, pero en el caso de Héctor Cuén existen las particularidades de su largo recorrido y su lamentable final.

Desdeño tanto la idolatría que unos (muy escondidos estos días) y el odio que otros tienen por él, sobre todo conociendo que esos ánimos nacen de la lista de nómina de donde dichos sujetos cobran su quincena.

Con los hombres de poder la memoria histórica se comporta un poco más benigna, a los demás (como los cientos que han muerto estos días) nos echa de inmediato al olvido, no sé si eso sea un consuelo.

ANDO POR LA PLAZUELA

Cuánto más debe seguir el castigo a Culiacán

Octavio Valdez

Este pasado 12 de octubre el ejército estuvo como elemento central de la inauguración de la Liga Mexicana del Pacífico, se cambiaron las botargas clásicas del pollo o el chango que hacen de mascotas como entretenimiento por otros monigotes que representaban militares uniformados con el clásico camuflaje guerrillero.

Si el discurso por parte de las autoridades de “Aquí no pasa nada” las últimas semanas de violencia en el área central de Sinaloa, que parece ya perverso, es insostenible, el otro de “no estamos militarizando”, que sostienen desde hace 7 años (más si suma los años de Cálderón), es ya una cínica impostura, si el principal deporte espectáculo de la región noroeste del país fue inaugurado con una abundante, obvia y descarada propagada militar no es militarizar, entonces lo de Videla en Argentina y lo de Pinochet en Chile era una democracia griega republicana.

Culiacán lo han convertido en un laboratorio de comportamiento social: una sociedad que ha recibido dosis de violencia periódica y progresiva desde aquel 17 de octubre de 2019, un encierro obligado con mensajes contradictorios entre la autoridad y la realidad, entre la simulación de normalidad y el anuncio del arribo cada vez más profuso de fuerzas militares, complementado por la psicosis alimentada a través de los medios digitales y redes sociales con todo tipo de material de asesinatos, descuartizados, explosiones, operaciones militares, amenazas radiales entre delincuentes, todo esto aderezado con el regalo de los reales sonidos nocturnos de helicópteros sobre volando la ciudad y balaceras mientras uno acostado en su cama trata de dormir. A lo anterior súmele el problema de manutención de las familias que se ha complicado ante la pauperización de la economía local.

Un tipo de población así de masiva y metódicamente maltratada tendría la tendencia a aceptar soluciones por más radicales que fueran y de quien vinieran o simplemente ni siquiera darse cuenta de lo que pasa a su alrededor por la condición de alienación sicótica a la que se ha inducido a sus individuos. Para mañana la vuelta a una supuesta normalidad estará establecida en parámetros que nos harán comunes elementos que antes eran bizarros o fuera de lugar, como el caso de la presencia y propaganda militar en un espectáculo deportivo, ya después quizá en la caja de cereales, anunciando el crujiente maíz tostado del gobierno.

Breves apuntes contextuales

¿Cuál es la dimensión del daño económico para el país de lo que está pasando en Sinaloa?
¿Representará este episodio algún quebranto para la hacienda pública federal?
En vista de los acontecimientos las respuestas son: Nada y No.

Es decir, la relevancia poblacional y económica de Sinaloa a nivel nacional no es nula, pero es lo suficiente pequeña como para seguir argumentando que no pasa nada y esperar los resultados de este laboratorio en el que se prueba la estrategia del reciente gobierno federal y los neófitos capos narcos y vaya a saber usted que otros experimentos. Lo que me parece innegable dado el ambivalente papel entre el comportamiento de las autoridades federales y su discurso es que en este episodio se está operando y definiendo lineamientos que después tendrán repercusión nacional. Mientras queda la incógnita de nuestro papel en esto como simples víctimas de la idiotez o conejillos de india.