TRES A LA SEMANA

¿FABRICAR BUENAS PERSONAS?

SEGUNDA DE CULTURA Y MILITARIZACIÓN, VIDAS PARALELAS

Jorge Eduardo Aragón Campos

El 11 de septiembre de 1982, en Sinaloa todavía humeaban los rescoldos de la Operación Cóndor, ese día en el auditorio Paliza de su edificio central, el entonces rector Jorge Medina Viedas declaraba iniciado el primer foro para la reforma cultural en la UAS; ya acá en cortito, la verdad es que el rector no acababa de tomarle protesta a Miguel Tamayo como encargado de difusión cultural, y a Melchor Inzunza ya se le había metido entre ceja y madre tronárselo del cargo y con ese único objetivo se sacó de la manga organizar el foro, que duró ¡Tres días! Entre otros, estuvimos encerrados en ese auditorio que apretadamente supera a los salones de clases de la escuela Tipo original, artistas, promotores culturales, personajes, sociólogos, como Nicolas Vidales, Sigfrido Bañuelos, Álvaro Rendón (QEPD), Milo Soto (QEPD), Lopus, Ulises Cisneros, Wilford Nekebrakis, Vicente Jaime (QEPD), Germán Benítez (QEPD), Lázaro Fernando, la Fanny (QEPD), el Patrick, así como un grupito formado por Ernesto Trejo, Sergio López, Guadalupe Estrada, Pedro Álvarez, Alejandro Mojica, el mozko Flores y sho. Por increíble que parezca, hubo saldo blanco. Los del grupo fuimos a acabar en una fogata en Avandaro, Altata, intentando bordar fino no sobre el tema de para qué es o para qué sirve la cultura, sino para primero aclarar qué era, pues en el dichoso foro había brincado varias veces una especie de maromeo que invariablemente terminaba en un callejón sin salida: el arte y la cultura no son lo mismo. Exceptuando a la historia, por vendeprimogenituras, el campo del arte lo constituyen las otras cinco actividades artísticas originales más el cine, que quedaría como “el sexto arte”. La cultura en cambio, serían todas las expresiones del ser humano: su arte, claro, pero también su comida, sus modas, su política, su lengua, su guerra, etc. es decir la visión antropológica que nos proporciona esa disciplina (la antropología), sustentada en su mayor parte por la labor de su auxiliar doméstica, la historia. Exupery decía que un objetivo sin un plan es sólo un deseo, así que la lección de esto es que no puedes evaluar nada a lo que primero no le pusiste sus límites, sus funciones y sus objetivos.

El último reducto de nuestra libertad individual no es nuestra intimidad sexual, que es el templo donde cumplimos la reproducción; el último reducto de nuestra libertad individual es nuestra intimidad creativa, que es de donde provienen nuestras propuestas alternativas para la realidad que nos rodea. El arte no es otra cosa que expresiones de mundos posibles y reales, que sólo existen en la dimensión interior de cada uno de nosotros; toda obra de arte produce un efecto distinto y único para cada espectador y eso no nos sirve para nada, por lo tanto lo importante no está ahí, sino en la universalidad del hecho: a todos nos produce un efecto; todos, por lo menos una vez en nuestras vidas, sentimos la necesidad de mostrar a los demás como es ese mundo, de la misma manera nos pasa también en el sentido inverso. Si fuéramos planetas, el arte sería nuestro magma o algo de poco menos profundo, es otra expresión del mismo impulso (el de poner en entredicho a la realidad) que nos llevó a crear la ciencia, descubrir las matemáticas, abolir a Dios y disponernos a hacer lo mismo con la muerte. O al menos esa era la idea como opción para “en el mejor de los casos”, porque si hay algo para lo que no sirve el arte es para crear mejores hombres, o sea le pasa lo mismo que a la ciencia, como no deja de recordárnoslo la nación más educada, con inmensos exponentes artísticos y con el mayor desarrollo científico de principios del siglo veinte, a la que conocemos como “La Alemania nazi”. Tiene que ser algo más que un signo porque una cosa sí es cierta: los mejores frutos del árbol del arte, crecen sobre el auge de las civilizaciones; por la misma razón, su avinagramiento anticipa la decadencia. Lupe Estrada fue quien dio con la trampa y con esas palabras lo dijo: mate a diez, pero el juez me perdonó porque no soy capaz de escribir un regular soneto. Vaya pues: esa premisa de que la cultura sirve para enfrentar a la violencia o para prevenirla, es más falsa que un billete de 30 pesos, porque el nivel, la predisposición, las formas de violencia de un pueblo, sí forman parte de su cultura vista desde la perspectiva antropológica, junto con su forma de gobierno, su sistema de seguridad… ahí están la pax romana… la pax porfirista… ¡El cuerpo de seguridad municipal londinense! ¡Y el heroico pueblo de Vietnam! pero la respuesta que le damos no es con herramientas de esa índole, sino con actividades artísticas porque si hay violencia es porque hay apología de la misma, así que esto lo vamos a resolver con poemazos y no con balazos. Ya pasamos de la locura a lo ridículo, lo malo es que se compromete nuestra integridad física y de nuestro patrimonio ni para qué hablar. De nuevo se acabó el espacio, continuaremos en la próxima entrega.

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