DOS A LA SEMANA

 

EL FIN DE LAS IDEOLOGIAS

Jorge Aragón Campos

            Desde el derrumbe del bloque socialista, se ha insistido mucho en la desaparición de las ideologías, al extremo de llegar a declarar el fin de la historia. El problema es que la realidad insiste en dar la contra.

Lo que acaba de ocurrir en Francia, es una buena muestra del tremendo poder de las ideas; habrá quien diga que no, que es un asunto religioso, y sin duda lo es, ahí está su matriz, la causa, pero el efecto es sin duda ideológico al penetrar en la esfera de lo político, al menos que asuntos tan serios como la libertad de expresión, las garantías individuales y la libertad en general no pertenezcan a la esfera de las ideologías políticas.

Aquí en México, con lo dados que somos a que nos entre la tontera con cualquier novedad, abrazamos con sin igual gusto el asunto de la desaparición de las ideologías y convertimos a la política en un asunto no social, sino gerencial, ahora nuestros políticos quieren hablar únicamente de “recursos”, de “presupuesto”, de “obras” y han acabado por entender al mundo en términos únicos de pesos y centavos.

Los atentados en Francia (como en su momento los del 11 de septiembre) nos dejan repentinamente sin capacidad para una explicación coherente, nos cuesta entender y aceptar que alguien esté dispuesto a ofrendar su vida en aras de una idea, cuando según nosotros las ideas ya tienen tiempo siendo pasto de los gusanos de la putrefacción, pero si lo pensamos un poco, nadie se rifa la existencia por un asunto presupuestal, a menos que se sea el beneficiario del respectivo moche… y aun así quién sabe.

Aquí en México, lo estamos viendo todavía, la única explicación que nuestra clase política se atreve a dar sobre los dramáticos acontecimientos recientes, es que se trata de un grupo económico que busca desestabilizarnos para mantener sus privilegios… económicos. O sea: dinero, dinero y nada más que dinero. Otra vez el discurso gerencial, sustentado (según quienes lo enarbolan) en el argumento de que una manifestación pública sólo puede realizarse con… ¡dinero!

Como bien lo han señalado muchos analistas, en estos nuevos tiempos cualquier adolescente que encuentre una buena razón, a través de redes sociales puede lanzar una convocatoria y repentinamente reunir tres mil o más gentes, habiendo invertido únicamente la electricidad que consumió su laptop. Ese y no otro es el poder que aún mantienen las ideas. Y eso que ya están muertas desde hace mucho. Imagínense si no.

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