El Larguero

César Velázquez Robles
Valdano, Messi y Maradona
Dorados y efecto Maradona
Marcelo: periodistas envidiosos
Mario Cázarez: un boxeador con estampa
Julio César Urías: refulgente como astro

Decía en la columna de la semana pasada que la incontinencia verbal de Maradona le lleva con frecuencia a subirse al ring con cualquiera que más o menos considere de su estatura. Ahí está en estos días su declaración en el sentido de que Messi no puede ser el caudillo de la selección argentina, pues va 20 veces al baño antes de cada partido. Muchos salieron en defensa de Messi, y Maradona se vio obligado a decir que pronto hablaría al jugador blaugrana para aclarar paradas y decirle que no dijo lo que dijo, o que lo que dijo se interpretó de manera torcida por los especialistas en amarrar navajas.

Este fin de semana conocimos otra opinión de una muy autorizada voz. Me refiero a Jorge Valdano, que terció en el tema, y se refirió a la frase lapidaria que recuperamos arriba. He aquí lo que dice:“Diego nunca se queda corto en sus declaraciones y en esta ocasión alabó a Messi como jugador, pero lo condenó como líder… Sabemos que Messi, siempre contenido y hasta ensimismado, es un líder técnico antes que social. Pero sobre su capacidad de influencia durante los partidos caben pocas dudas. Voy a decir sobre Messi una frase que utilicé muchas veces para defender al propio Maradona: al artista hay que valorarlo por su obra, no por su vida”.

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En los Dorados se advierte ya el efecto Maradona. Y diga si no: de 15 puntos que ha disputado, el equipo local se ha alzado ya con una docena. Una ofensiva rácana, un equipo incapaz de proponer un discurso al adversario, sin orden ni concierto entre sus líneas, con ideas muy espesas, se ha trocado al cabo de unas cuantas semanas en un equipo con identidad, más ordenado y, en consecuencia, más competitivo. Ya está, en lo inmediato, en zona de clasificación, y eso es una buena noticia para la afición culichi.

Sí, es cierto: es el efecto Maradona aunque, paradójicamente, no sea el técnico argentino el artífice de este repunte, pero con independencia de quien pueda colgarse las medallas, en el horizonte inmediato está la liguilla y el título del torneo y, en una perspectiva más amplia, por qué no, el ascenso a la primera división. Bueno, el propio Maradona lo planteó como objetivo desde que aterrizó en Culiacán.

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Se está produciendo en muchas partes del mundo una ofensiva contra los medios de comunicación, contra los periodistas, que pone en peligro la vida democrática y civilizada. Trump llama a la prensa –escrita, como The New York Times o The Washington Post; a la televisión –CNN, por ejemplo— como los enemigos del pueblo. Insulta a periodistas, los expulsa de sus conferencias de prensa y frente a todo comentario que no le gusta suelta la infaltable: ¡fakenews! Esta violencia verbal, que puede devenir en violencia física contra los medios y sus periodistas, está entrando en una escalada peligrosa.

Puede entenderse este fenómeno en el ámbito de la política, donde parece haberse instalado una lógica de guerra, que por su propia dinámica, lleva a plantearse la destrucción del que se considera no adversario, sino enemigo. Aquí mismo se experimenta esa desazón cuando quien dirigirá los destinos del país lanza invectivas contra lo que ha dado en llamar “prensa fifí”, alimentando un discurso sectario y dogmatismo, intolerante y arbitrario que conspira contra una convivencia respetuosa y civilizada entre nosotros.

Pero que esto ocurra en el  deporte es lamentable y también muy peligroso. Se descalifica al interlocutor, y si éste es periodista va la agresión: “tu no hables de futbol, porque no jugaste”. La expresión, por supuesto, proviene de otra figura de los medios que en el pasado cercano o lejano se desempeñó como futbolista profesional. Ese aire de superioridad moral le confiere así, según su creencia, un aura infalible y una opinión autorizada. Todo es cuestión de ver uno de los muchísimos programas de tertulianos que llenan las parrillas televisivas.

Pues algo acaba de ocurrir con el brasileño Marcelo, del Real Madrid. Como sabemos el cuadro merengue va dando tumbos en este arranque liguero, y el equipo se ha espesado como nunca. Ello genera de modo natural, un ambiente tenso entre los jugadores, que buscan culpables por doquier. ¿Y qué cree usted? Pues si, acertó: los periodistas son culpables. Son envidiosos.

Así lo dijo Marcelo: “Es duro cuando no ganas, pero de crisis habláis vosotros, que intentáis hacer daño a este vestuario. Todos los periodistas intentáis hacer daño. Igual es envidia porque no sabéis jugar al fútbol”.

Es una opinión bastante estólida, pero, como digo arriba, forma parte de esa tendencia que vemos en muchas latitudes de culpar al periodismo, a los periodistas. Es un mal de esta época revuelta que vivimos. Y se quiere culpar a los periodistas. No solo entre los políticos, a quienes el ejercicio de la crítica incomoda. Lo vemos ahora en el deporte. Sería deseable que el asunto no pasara de ahí.

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Este viernes 26 de octubre, debutó ante el público local el culichi Mario Cázares. Sostuvo una buena pelea, siempre alentado por el respetable y, sobre todo, por una masa de académicos y economistas de la Escuela de Economía de la UAS, institución académica de la que es egresado. Tiene estampa de boxeador fino, de buena estatura –está por encima del 1.85 metros–, aunque en una división en la que abundan los noqueadores.

Su paso al profesionalismo parece haber sido un poco tardío –así lo exigieron sus estudios profesionales— donde apenas acumula ocho combates, todos ganados. Batalló en el parque Revolución frente a su oponente, e incluso fue derribado en el séptimo asalto por un volado de derecha que se estrelló en su rostro,  y recibió la cuenta de protección. Pero había hecho el trabajo en los rounds previos. Ojalá tengamos oportunidad de verlo en el encordado local con más frecuencia.

Pero Cázarez tiene una buena historia, con detalles que el público debe conocer. Ya ha sostenido choques con Saúl “Canelo” Álvarez y Omar Chávez. Con éste se enfrentó siendo apenas un niño, y con el hoy multicampeón mundial sostuvo una fragorosa batalla en el 2004 para ganar la medalla de oro en la Olimpiada Nacional, aquí en Culiacán. Por cierto, el economista-boxeador –un caso raro en el mundo del arte de Fistiana– tiene una trayectoria destacada en el amateurismo, en cuyo paso sostuvo casi medio centenar de combates:“Dure en el boxeo hasta los 18 años de edad en el amateur e hice una pausa de seis años por estudiar la licenciatura en Economía en la Universidad Autónoma de Sinaloa”.

He aquí lo que escribió Mario Cázarez hace unos días: Hace 20 años debuté como amateur en mi querida Ciudad de #culiacan contra Omar Chávez hijo de gran campeón mexicano Julio César Chávez. Estoy muy contento de volver a pelear en Culiacán y sobre todo hacerlo por una maravillosa causa en apoyar a la asociación de niños con cáncer Casa Valentina, eso no tiene precio. Gracias a todas y a todos que me apoyan en esta gran aventura. I LoveYouAll!! @jcchavez115 @omarchavezzbu @casa_valentina_cln

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Otro culichi que en estos días ha brillado con luz propia, es el lanzador de los Dodgers de Los Ángeles, Julio César Urías. Incorporado sorpresivamente en el roster del equipo para la serie de campeonato de la Liga Nacional, en una polémica decisión del manager, David Roberts, el pitcher de La Higuerita ha respondido con creces a esa confianza. Un triunfo contra los Cerveceros de Milwaukee y un relevo satisfactorio, sobre todo por la ayuda de Chris Taylor, que hizo una espectacular atrapada a un batazo que buscaba la barda del jardín izquierdo, le valieron reconocimiento.

Y es que el asunto lo merecía. Considerado uno de los novatos más prometedores del beisbol de las grandes ligas, Urías se lesionó de su brazo de lanzar. Su estrella pareció periclitar, y hubo se someterse a la operación Tommy John y, para fortuna, todo parece indicar que tiene ahí un brazo biónico que le dará muchas satisfacciones a los seguidores de los esquivadores y a los amantes del beisbol.

Todavía le quedan muchas páginas por escribir a este lanzador zurdo. Las está escribiendo en este momento en que su equipo disputa el más codiciado título del rey de los deportes. Van hasta este viernes o sábado por la madrugada tres encuentros, y en los tres ha tenido participación Urías. Y lo ha hecho de excelencia, cumpliendo cabalmente, con una recta que se acerca a las 95 millas por hora y una variedad de lanzamientos que dan cuenta ya, pese a su juventud, de experiencia acumulada que con toda certeza le hará volar a  alturas insospechadas.

Quienes pudieron verlo lanzar el décimo-séptimo episodio del partido más largo y de mayor duración en la historia de las series mundiales, habrán podido constatarlo. Y puesto que el pitcheo de los californianos ha quedado diezmado luego de una batalla que parecía interminable, es más que probable que Urías suba de nuevo al montículo. Ya demostró que puede. Cierto que puede poder, ahora falta que Roberts quiera querer. Y fíjese: podría entrar al relevo, pero, ojo, podría iniciar alguno de los partidos que quedan por delante. Si el tercer partido ya dio para superar cualquier guión hollywoodense, ¿por qué la serie no podría dar para que Julio César Urías sea el protagonista?

Quedan muchas cosas en el tintero. Pero hay que preparar todo para la jornada de fin de semana: Dodgers-Medias Rojas; Cruz Azul-América; Dorados-Tampico Madero y Barcelona-Real Madrid. De esto y más, daremos cuenta en el balance próximo.

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