¿El Loco Clouthier?

Toda democracia que se respete, requiere de partidos políticos para operar, eso es bien sabido y aceptado. El problema es cuando se trata de una democracia poco respetable.
Me llama la atención, lo mal que fue recibida por el círculo rojo (la opinión publicada) la candidatura independiente de Clouthier. El argumento para el rechazo viene de la idea de que los partidos son imprescindibles para lograr una democracia funcional. Lo que nadie menciona, es que los partidos son el asiento de la clase política, y ésta, al menos en México, se ha convertido en el principal obstáculo para que arribemos a una democracia digna de llevar semejante nombre.
Yo esperaba una aceptación mucho mayor a la iniciativa de Clouthier, pues soy de los que se remiten a la historia para sacar posibles escenarios futuros para México, tomando como base experiencias similares a la nuestra, es decir, países que en su momento sufrieron un régimen de partidos como el nuestro: inoperantes, corruptos, antidemocráticos pero, sobre todo, incapaces de un mínimo intento por autocorregirse. Me acuerdo de dos: la Alemania previa al ascenso nazi, y el Perú de Alan García, que desembocara en la presidencia de Fujimori.
Se supone que nuestro sistema puede mejorar con medidas cuya efectividad está demostrada: segunda vuelta y gobiernos de coalición, subir el mínimo requerido para mantener el registro, reelección de alcaldes y diputados (nadie explica por qué de senadores y gobernadores no). Entre otras.
Pues sí, nada más que nuestra clase política y sus partidos han dejado claramente establecido, que no tienen ninguna intención de adoptar ninguna de esas medidas. El plan es que nada cambie y que así nos quedemos hasta la reaparición de la virgen de Guadalupe como candidata de unidad.
Lo de Clouthier es un intento por derribar a patadas las taras de nuestro establishment, es decir, entablar un diálogo en el único idioma que entiende una clase política parásita, cuya tendencia suicida está arrastrando al país, solo que las patadas no son físicas, sino legales, lo cual marca una gran diferencia, positiva por cierto, con respecto a experiencias similares.
Hablando en plata: todo lo que vaya en contra de nuestros actuales partidos políticos, es benéfico para nosotros y para el país.

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