ARQUITECTURA CRISTIANA: CARACTERÍSTICAS Y SIGNIFICADOS

Por: Dr. Daniel Chiquete

 

INTRODUCCIÓN

 

La arquitectura cristiana es casi tan variada como lo son las formas en que las comunidades de creyentes se organizan para celebrar y comunicar su fe. En la Biblia no existe indicación alguna sobre la forma que deben tener los templos cristianos ni sobre los elementos simbólicos o utilitarios que deben contener. En realidad, el cristianismo nació sin tener siquiera en mente que habrían de tener la necesidad de construir lugares especiales para desarrollar sus actividades. Hasta el siglo IV la iglesia no construyó templos, y esto por diversas razones, entre las principales es que no tenía el poder económico, político y social para hacerlo. Las primeras generaciones creían en el inmediato regreso de Cristo y no se preocupaban por construir templos. El primer edificio que se reconoce en la actualidad como una modificación y adaptación consciente para celebrar un culto cristiano, según la investigación arqueológica, se encuentra en la ciudad de Dura-Europos, a las orillas del río Éufrates, la que en el año 256 fue adaptada para celebrar la liturgia, incluyendo la realización de bautismos, como lo atestigua la gran pila bautismal que contiene, a la cual se desciende a través de varios escalones.

 

Para entender la forma, la función y el significado de los templos cristianos es necesario considerar al menos tres elementos determinantes: 1) la teología o las ideas religiosas dominantes en la comunidad, 2) las formas litúrgicas que la comunidad cultiva y 3) el contexto socio-urbano donde ellos son construidos, incluyendo las posibilidades económicas de la congregación. Estas variantes están presentes tanto en el catolicismo como en las diversas familias confesionales del protestantismo, incluyendo a las iglesias pentecostales. Sin duda, hay elementos invariables, o al menos muy repetitivos, que generalmente distinguen un edificio como iglesia cristiana, pero también son muchos los elementos propios de las diversas tradiciones cristianas, los que también coadyuvan a darles una identidad corporativa. En otras palabras, hay algunos elementos arquitectónicos comunes y muchos otros específicos y diferentes. Por ello la intención de este escrito es resaltar algunos de estos elementos en la arquitectura cristiana y compartir alguna información sobre su significado.

 

  1. I.              LA ARQUITECTURA CRISTIANA ANTIGUA

 

En realidad, los espacios construidos por la iglesia para actividades litúrgicas son una aparición muy tardía. Desde que la Iglesia se convirtió en una fuerza social y política importante dentro de las estructuras del Imperio Romano, lo que hizo fue tomar edificios ya existentes y adaptarlos a sus necesidades. La forma más representativa a partir del siglo IV fue la basílica, que en su origen era unaespecie de juzgado civil, aunque también cumplía otras funciones administrativas del Imperio. Adaptadas y dispuestas interiormente con algunas modificaciones y mobiliario específico, las basílicas cumplían bien los requisitos para ser usadaspara actividades litúrgicas. Desde entonces el nombre basílica entró el vocabulario arquitectónico como propio de las iglesias, pero en su origen, como su nombre revela (basilikos, basileía: “gobernante”, “reino”), estaban al servicio de funciones de gobierno.

 

A partir del siglo V las iglesias cristianas empezaron un proceso de transformación paulatino, donde los cambios formales obedecían principalmente a las tradiciones constructivas propias de cada región y a las necesidades específicas de cada comunidad (por ejemplo: protección contra ataques, densidad de afluencia a la misa, desarrollo de aspectos litúrgicos, etcétera).

 

Con el inicio de la Edad Media, y hasta el siglo XIII aproximadamente, no hay un estilo arquitectónico de mayor impacto en la arquitectura cristiana que el románico (Machado, 2001). Las iglesias de este periodo generalmente son masivas, claras en su formalidad, con gran predominio del muro espeso y sólido, con pocas ventanas. Son iglesias construidas en un mundo inestable, de un cristianismo en expansión y al mismo tiempo a la defensiva, donde la liturgia acontece en un espacio interior protegido, con poca luminosidad, y en un proceso creciente de simbolización y ritualización de los actos litúrgicos.

 

El otro gran estilo medieval es el gótico, caracterizado formalmente por su verticalidad y luminosidad. El gótico representa una diferente concepción de Dios, la vida y la liturgia, la cual es producto a su vez de una nueva situación general de vida (Anaya Duarte, 1996). La plasticidad de este estilo, sus portentos edificatorios y sus llamativos logros estéticos dan cuenta de un desarrollo tecnológico importante y un cambio de mentalidad religiosa propia del cambio de época del primer al segundo milenio. Para entonces la vida religiosa es el centro y la fuerza vital de Occidente, y la liturgia cristiana y sus templos una de sus expresiones culturales más significativas.

 

Como no es la intención de este ensayo analizar cada estilo, me limito a subrayar que la liturgia de esta época está muy marcada por el misticismo y la interiorización de la fe. Estos factores son determinantes para entender una arquitectura que se caracterizará por la acentuación de aspectos formales verticales, la importancia de la luminosidad y la plasticidad de sus formas arquitectónicas. Liturgia y forma arquitectónica se corresponden perfectamente, y éstas a su vez son el reflejo de una espiritualidad mistificada y en cierto sentido optimista.

 

  1. II.            LA ARQUITECTURA PROTESTANTE

 

A pesar de la irrupción de la Reforma protestante, tuvo que pasar aún mucho tiempo para que surgiera una arquitectura que se pudiera denominar protestante, es decir, una que reflejara en su forma y organización espacial las concepciones teológicas, los cambios litúrgicos y las circunstancias históricas distintivas de esta nueva expresión cristiana. Lo que sí se manifestó casi de manera inmediata y que tuvo repercusiones en algunos aspectos visuales, fueron loscambios en las representaciones pictóricas y escultóricascomo consecuencia de los debates teológicos y las descalificaciones mutuas. La arquitectura cristiana había alcanzado ya en el siglo XV una gran vitalidad formal y riqueza visual, tanto en la pintura como en la escultura. Y debido a la importancia simbólica y medial de lo visual, es de entenderse que pronto ambos bandos beligerantes llevaran sus ataques a este plano, unos defendiendo los usos y costumbres y otros atacándolos.

 

Las discusiones sobre el valor de las representaciones materiales de las cosas y los seres divinos tenían ya una larga historia previa a la Reforma protestante. La voz más autorizada e influyente fue, sin duda, la de Tomás de Aquino, para quien las imágenes religiosas cumplen tres funciones principales: 1) promover la piedad, 2) recordar el ejemplo de los santos, y 3) enseñar a los ignorantes. Las imágenes son concebidas por Santo Tomás como laicorum literatura, posibilidad de instrucción para los iletrados o pueblo sencillo (Chiquete, 2008, p. 72). Esta posición realista y práctica de Santo Tomás podía ser compartida en los círculos más instruidos, pero el pueblo común vivía una religiosidad donde la devoción a las imágenes, especialmente las marianas, había sustituido a la devoción por Cristo.

 

Debido al énfasis cristológico de la teología de la Reforma, así como también a la influencia que los aspectos visuales jugaban en la religiosidad popular, algunos de los reformadores de la primera generación tuvieron posiciones radicales en contra de las imágenes, como fue el caso de Andrés Karlstadt, colega de Martín Lutero en Wittenberg, exigió desde principios de 1522 la eliminación de las imágenes de las iglesias, porque consideraba que eran adoradas como ídolos. La oposición mejor fundamentada teológicamente fue la presentada por Juan Calvino, para quien la fe debe ser soportada más por la razón que por la emoción (Abumanssur, 2004, p. 75), esto es, prefería el texto escrito y razonado que la imagen o escultura abiertas a la emoción y la subjetividad.Sobre las imágenes, Lutero representó siempre una posición moderada: “Donde las imágenes son quitadas del corazón, ellas no pueden hacer daño al ojo. Dios prohíbe las imágenes que uno pone y adora en lugar de Dios. No prohíbe toda imagen, sino sólo la imagen de Dios que se adora”. (Chiquete, 2008, p. 73). De los cambios más importantes en relación a los elementos iconográficos, el de mayor relevancia fue el retiro de crucifijos en muchas iglesias, aunque posteriormente se volvieron a colocar, pero con un cambio muy significativo: en las cruces ya no estaba el Crucificado.

 

Mientras las discusiones se daban en este campo, en el aspecto arquitectónico no hubo cambios notables. En las primeras décadas de la Reforma, no hubo cambios radicales en la forma de construir los templos. Es más, no se construyeron nuevos, sino que sólo se adaptaron los existentes a los cambios litúrgicos que introdujo la Reforma, donde las nuevas convicciones eclesiológicas repercutieron de manera directa en la celebración de la liturgia y en la concepción de los espacios adecuados para realizarla.

 

Se continuó con la práctica común de la Edad Media de utilizar los templos cristianos para múltiples actividades, como lugares de enseñanza, almacenaje de alimentos, reuniones comunitarias o la realización de transacciones comerciales. Los principales reformadores concordaban en atribuir a los templos, un valor utilitario más que religioso. Según Lutero: “No hay otro motivo para construir iglesias, que el de que la gente se reúna para poder orar, oír la predicación y recibir los sacramentos”, y también afirmó: “En las iglesias no sucede otra cosa, más que nuestro amado Señormismo nos habla por medio de su santa Palabra y nosotros, por nuestra parte, hablamos con Él por medio de la oración y la alabanza” (Chiquete, 2008, p. 75).

 

En las próximas décadas, tres de los postulados teológicos centrales del protestantismo poco a poco fueron materializándose en los templos: 1) la preminencia de la Palabra, 2) el sacerdocio universal de todos los creyentes y 3) el carácter no sacrificial de la liturgia. El púlpito es elevado sobre el altar y sobre la comunidad oyente, tanto por cuestiones simbólicos como prácticas. Era necesario resaltar la centralidad e importancia de la Palabra, así como también era oportuno que la comunidad reunida fuera favorecida por la acústica para poder escuchar y entender mejor el mensaje, ahora predicado en su propia lengua. Este púlpito fue ganando con el paso del tiempo mayor relevancia arquitectónica en cuanto a su diseño y posición en el interior de las iglesias protestantes.

 

Muy relacionado con el valor de la Palabra está la nueva disposición de usar bancas para que los fieles puedan escuchar la predicación estando sentados y no de pie. Es el protestantismo quien introduce el uso de las bancas en los templos, ya que anteriormente los fieles permanecían de pie mientras se celebraba la misa. Además era necesario organizarlas bancas de tal manera que la comunidad estuviera a una distancia adecuada al predicador para que pudiera escuchar mejor el mensaje. A la centralidad de la Palabra se une ahora una mayor sensibilidad hacia la participación de la comunidad en la liturgia, hacia su “sacerdocio” incluyente. Los espacios interiores poco a poco se irán pensando más en función de la comunidad y menos en función del acto individual de la persona celebrante. Además, como la liturgia protestante no ritualizaba un sacrificio sino un encuentro de Dios con el ser humano a través de la Palabra y los sacramentos, la mesa sacerdotal perdió en masividad y ubicación centralizada, convirtiéndose en la mesa eucarística, generalmente alineada en un eje con el púlpito y el órgano, otra novedad del templo protestante.

 

En la Europa continental, especialmente en las regiones luteranas del norte, y en menor grado en las calvinistas de Francia y Suiza, también se fueron dando cambios paulatinos en la arquitectura exterior e interior (Vidal Rojas, 2012). En términos generales podríamos calificar la arquitectura de esta familia como más austera y racional que la luterana de Alemania, lo que también es reflejo de una teología y eclesiología más influenciadas por la herencia calvinista propensa a la racionalidad y la claridad. Estas características se ven confirmadas por la mayor iluminación que caracteriza los templos de estas iglesias y la limpidez de sus superficies construidas. La arquitectura protestante se volvió hacia la búsqueda de destacar los aspectos racionales y funcionales de los templos, evitando expresiones emotivistas extremas. Las paredes desnudas y el ambiente de austeridad buscaban centrar la atención del oyente en la predicación y evitaban cualquier elemento dispersivo de la atención.

 

  1. III.           LA ARQUITECTURA EVANGÉLICA

 

Para entender la arquitectura evangélica de América Latina es imprescindible tener una noción mínima de la arquitectura protestante en la Inglaterra de la época de las migraciones hacia América del Norte, ya que las iglesias protestantes que surgieron o se instalaron en suelo americano, cuando construyeron sus templos lo hicieron siguiendo modelos ingleses(Vidal Rojas, 2012). Las iglesias evangélicas que protagonizaron la evangelización no católica de América Latina, en diferentes grados y con ciertos desfases de tiempo, fueron principalmente las metodista, congregacionalista y bautista, las que por lógicaejercerían también la mayor influencia en lo teológico y lo arquitectónico, tanto en el medio evangélico, así como posteriormente en amplios sectores del pentecostalismo.

 

Observando los modelos ingleses, vemos que la característica dominante en los siglos XVII y XVIII era construir pequeñas iglesias, de poca presencia urbana pero bien diseminadas, acompañadas de altos campanarios que aseguraban la preminencia visual urbana del templo, es decir, debido a las dificultades de obtener terrenos amplios, las iglesias no las diseñaban para imponerse en su masividad sino en su altura. Generalmente se construían de ladrillo, con una estructura sencilla de una sola nave, con una planta rectangular direccional, es decir, ligeramente más larga que ancha. Otros elementos muy característicos de esta tipología es que generalmente la torre de campanario se localiza sobre el acceso, destacándolo, y se utilizan arbotantes y ventanas góticas, es decir, sin perder la identidad y austeridad reformadas (Vidal Rojas, 2012).

 

En cuanto a la forma externa y la percepción visual que se logra, esta arquitectura tiene una identidad bien definida e identificable, ya que sus características generales se conservan sin grandes cambios entre diferentes edificios o regiones. Hay transformaciones en el estilo que llevan del barroco y el manierismo (hibridación de estilos) hacia insinuaciones del neoclásico. Una descripción muy clara e informada del modelo general de esta arquitectura es la que presenta el arquitecto chileno Rodrigo Vidal Rojas:

 

“[…] el campanario o torre, que se desplaza constantemente según el templo, desde la esquina hacia el centro del frontis, a veces bien incorporado con el volumen principal y a veces también separado de éste; la cubierta siempre de dos aguas, cuya cumbrera recorre casi siempre de manera longitudinal la nave, generando un frontón sobre el cual se inscriben diversos tipos de ventanas; pequeñas y muchas fenestraciones practicadas en las diversas caras del volumen principal; composición de dos o más volúmenes para acoger la totalidad de la vida de la comunidad, incluyendo salas, servicios y vivienda pastoral; ausencia de decoración e iconografía religiosa; además de una clara tendencia a construir los templos aislados respecto a edificaciones vecinas” (2012, p. 389).

 

En los Estados Unidos, el estilo neoclásico se consolida en la arquitectura cristiana y está presente en gran parte de las iglesias protestantes, principalmente en Nueva Inglaterra (Vidal Rojas 2012). En esos templos se destaca la fachada: el entablamento, o frontón, el pórtico elevado y dominado por columnas al cual se asciende por una escalinata de unos diez a quince escalones. Es dominante también la torre única, en el centro de la fachada (Abumanssur, 2004, p. 115).

 

  1. IV.          LA ARQUITECTURA PENTECOSTAL

 

Si afirmamos que la arquitectura evangélica es tan variable como las denominaciones que la conforman, la pentecostal lleva esta diversidad todavía más lejos y debido a las mismas circunstancias: la extrema diversidad de tradiciones pentecostales existentes, exacerbada por los múltiples contextos climáticos, socioculturales y religiosos donde se encuentran insertas estas comunidades y ante los cuales su arquitectura con frecuencia se convierte en un manifiesto de identidad y una forma de autoidentificación religiosa. Debido a esta variedad, también en este apartado me conformaré con destacar sólo algunas de las invariantes más representativas de la arquitectura pentecostal, sabiendo que no hay modelos puros que puedan considerarse representativos.

 

El pentecostalismo lleva adelante a una radicalización de las tendencias constructivas del protestantismo histórico y del movimiento evangélico que habían conducido a la simplificación formal. Igual que sus tradiciones precedentes, el pentecostalismo también tiene unamarcada desconfianza respecto a la presencia de imágenes en sus templos, y acaso admite con cierto desgano algunas obras pictóricas sencillas que tienen como motivos de composición sencillos paisajes idílicos, o temas tradicionales del cristianismo como pan y pescado, vides, barcas, entre otros. Pero nunca plasma figuras humanas, mucho menos representaciones de Cristo, los apóstoles o María (¡impensable!). Las esculturas son simplemente abolidas entre ellos, tanto entre los neo como entre los tradicionales. Abumanssur y yo coincidimos en nuestras observaciones al analizar la arquitectura pentecostal en Brasil y México respectivamente: las imágenes pictóricas son admitidas siempre y cuando no se conviertan en objeto de contemplación en el ambiente de culto (Abumanssur, 2004, p. 94; Chiquete, 2006) En el caso mexicano, cuando aparecen, están localizadas en la pared que está frente a la comunidad, detrás del púlpito o, cuando la pila bautismal está dentro del templo, convertida en el trasfondo de ésta.

 

La proporción entre largo y ancho de los templos pentecostales es de 1:2 o de 1:1.5, muy similar a la de los templos evangélicos. La organización interna se estructura en tres áreas básicas: 1) la más grande, al centro, donde se ubica la comunidad durante el culto, equivalente a la “nave” del catolicismo y el protestantismo histórico; 2) otra ligeramente elevada, de frente a la comunidad, donde se ubican el púlpito y el grupo musical; y 3) una zona intermedia entre la comunidad y la zona del púlpito, libre de mobiliario, que cumple varias funciones en diferentes momentos del culto. El espacio de la comunidad puede estar amueblado por bancas o por sillas, aunque la tendencia es hacia el uso prioritario de las sillas plegables, en tanto que las pesadas bancas de madera se están convirtiendo desafortunadamente en símbolos de atavismo y no de tradición. Hacia el espacio elevado converge la atención de la comunidad durante la mayor parte del culto, ya sea hacia el grupo musical o hacia el predicador. En el espacio libre intermedio generalmente se realizan oraciones comunitarias, la cena del Señor, presentación de nuevos miembros de la comunidad, acciones de gracias y narración de testimonios. Es un área muy importante porque en ella se objetiva mucho de la dimensión comunitaria de la liturgia pentecostal (Chiquete, 2006).

 

Considero que no se puede afirmar que el pentecostalismo tenga un lenguaje o estilo arquitectónico distintivo, cuando mucho se puede constatar que en diferentes templos se descubren algunos elementos típicos de la tradición evangélica, como pueden ser las ventanas ojivales, algunos modestos vitrales, la forma triangular o “porticada” de algunas fachadas o algunas columnas que con frecuencia cumplen más una función decorativa que estructural.

 

De manera extremadamente esquemática, podemos plantear tres etapas en la evolución de la arquitectura pentecostal. La primera sería desde los orígenes en Latinoamérica hasta que inician una etapa de consolidación e institucionalización, con fechas que varían de acuerdo a la historia y proceso propios de cada tradición pentecostal. Aquí los templos, cuando los hay, son muy modestos, generalmente ubicados en los lugares de residencia de los miembros de las comunidades, con frecuencia los lugares de reunión son casas de los miembros o cualquier otro espacio que pueda albergar a cierto número de gente, como un taller, patio, o bodega. Cuando se construye un templecito, su arquitectura no se distingue significativamente de las casas de los miembros de la comunidad.

 

La segunda etapa comienza con el proceso de institucionalización que la mayoría experimenta con el paso de los años, y entonces adquieren mayor presencia social y más visibilidad urbana. La arquitectura adquiere formato de “templo”, y es cuando aparecen los elementos antes mencionados (ventana ojival, frontis, vitrales, etc.) así como se registra el nombre y el logotipo de manera más visible, ya sea pintado sobre la pared principal o de manera más marcada, como en placas metálicas o luminarias de luz neón.

 

Una tercera etapa irrumpe junto al neopentecostalismo, donde los aspectos visuales son utilizados con mayor habilidad para lograr un impacto medial y surge una arquitectura “representativa” de esta corriente religiosa: auditorios con colores claros, urbanamente visibles, con el nombre institucional en letras grandes y colores llamativos, sin cruces. Estos edificios son construirlos desde la nada o son adquisiciones y adaptaciones delugares en desuso como salas de cine o grandes bodegas que luego son acondicionados para actividadesreligiosas, pero ya con toda la intencionalidad de poner la arquitectura al servicio de la propaganda proselitista de la organización.

 

  1. V.           ¿QUÉ PODEMOS APRENDER DE LA ARQUITECTURA CRISTIANA Y CUÁL ES SU DIMENSIÓN TEOLÓGICA Y MISIONOLÓGICA?

 

Tener algunos conocimientos de la arquitectura cristiana puede sernos muy útil para comprender de manera directa el significado de algunos elementos presentes en los templos, con los que cotidianamente convivimos y que son parte de nuestra cultura y de nuestra identidad cristiana. Toda arquitectura es producto de una intención y es bueno saber el significado de los lugares donde nos encontramos, pues al fin y al cabo casi toda nuestra vida transcurre en lugares construidos. Y como miembros de comunidades religiosas, siempre es agradable y estimulante poder entender qué significa el lugar donde nos reunimos a adorar a Dios, a escuchar su Palabra, a celebrar los sacramentosy convivir con los hermanos y las hermanas en la fe. Por ello entender el espacio donde estamos en cierta manera es entender un poco de nuestra historia, nuestra fe y nuestra tradición.

 

Si teológicamente el templo es el lugar de encuentro entre Dios y las personas creyentes, la calidad y forma de los templos pueden ayudarnos a entender qué importancia le estamos dando a este diálogo, si estamos creando las condiciones para que el diálogo sea claro, fructífero, amoroso, o si más bien es lo contrario, y el espacio está impidiendo que el culto realmente se convierta en ese escenario para la vivencia religiosa en plenitud (Anaya Duarte, 1996). Aunque la relación no siempre es automática, con frecuencia el templo descubre dimensiones de la fe que la sola palabra hablada, narrada o cantada no puede lograr. También nos descubre el tipo de comunidad y de relaciones humanas que estamos cultivando en la iglesia, la atención que estamos dando al cuerpo y sus necesidades, a la educación estética de nuestros sentidos, aspecto tan importante y tan frecuentemente descuidado en el cristianismo evangélico y el pentecostal.

 

Si continuamos la línea anterior de reflexión, se vuelve evidente que la arquitectura cristiana tiene una dimensión misionológica muy importante que debemos atender con mayor cuidado. Si la fe cristiana es una invitación a una vida de plenitud y abundancia, todo lo que la expresa debe portar estos valores, incluyendo por supuesto el lugar en donde la iglesia se reúne a celebrar su fe, recibir los sacramentos, anunciar la Palabra salvadora y mostrarse al mundo como Pueblo de Dios redimido. El templo es el punto de partida de una comunidad que sale al mundo a anunciar las buenas noticias, pero también es el punto de llegada de los que se incorporan al pueblo de Dios y quieren celebrar su fe en ese espacio privilegiado.

 

Desde su arquitectura, pasando por su ubicación urbana, el templo cristiano debe ser invitación a entrar, un llamado a participar en una comunidad de vida, a dejar fuera de él lo que nos ata a un mundo de antivalores y celebrar en su interior el triunfo de la vida sobre la muerte. Por lo anterior, el templo cristiano debe ser construido y cuidado con amor, no importa si es lujoso o no, si es grande o pequeño, moderno o tradicional, lo que importa es que sea señal y signo de una comunidad que ha encontrado en su vida al Señor de la vida. ¿Puede, entonces, negarse que el templo cristiano tenga un profundo sentido y valor misionológicos?

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

Abumanssur, Edin Sued (2004). As moradas de Deus. Arquitetura de igrejas

            protestantes e pentecostais. São Paulo: Novo Século.

 

Anaya Duarte, Juan (1996). El templo en la teología y la arquitectura.Colección

Fe-Cultura, No. 6. México: Universidad Iberoamericana.

 

Chiquete, Daniel (2006). Silencio elocuente. Una interpretación teológica de la

            arquitectura pentecostal. San José, Costa Rica: UBL, CETELA.

 

————— (2008). Algunas raíces teológicas e históricas de la iconoclasia

protestante y pentecostal, en: Escritos a tiempo y fuera de tiempo. Sobre

            espiritualidad, Biblia y cultura en vísperas del primer centenario pentecostal.

Concepción, Chile: CEEP Ediciones, RELEP, págs. 69-77.

 

Machado, Regina Céli de Albuquerque (2001). O local de celebração. Arquitetura

            e liturgia. São Paulo: Paulinas.

 

Vidal Rojas, Rodrigo (2012). Entender el templo pentecostal: Elementos,

            fundamentos, significados. Santiago: CEEP, USACH.

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