El Larguero

César Velázquez Robles

 ZinedineZidane y la sensación de provisionalidad

Santiago Solari con el mismo síndrome

Hugo levantó la mano y pidió el puesto

No basta con tres volteretas, le dice un amigo que no lo quiere

El cargo de director técnico del Real Madrid siempre va acompañado de cierta sensación de provisionalidad. Sobre todo, si el designado por el que en los hechos se asume como el dueño provisional, no tiene un gran nombre en el mercado de sabios. Así ha pasado con muchos entrenadores, sobre todo, los más recientes. Ocurrió, por ejemplo, con ZinedineZidane, que llegó al primer equipo proveniente de la dirección técnica del Castilla, de la segunda división. Sin experiencia en el máximo circuito, fue visto como una solución de reemplazo emergente, mientras se conseguía un fichaje de fuste y fusta, como dice Gil Gamés. Pero nada, resulta que el jugador francés de origen argelino, que había brillado con luz propia como pocos durante su paso por el conjunto merengue, demostró que también era un gran estratega. Y empezó a ganar. Y a ganar sobre todo los títulos que dan honor y gloria, la champions league. Acumuló tres en cuatro años. Colocó al Madrid en los cuernos de la luna como el equipo de más renombre en el mundo del balompié.
Pero hete aquí que Zinedine decide pintar su raya. Lo hizo en el momento en que debía hacerlo. Sabía que las expectativas por su desempeño eran muy altas, y que todos estarían esperando una cuarta copa europea bajo su gestión, pero sabía, al mismo tiempo, que le estaban tendiendo la cama. Así que mejor decidió emigrar. Sin Zidane y sin Ronaldo, el equipo quedó decapitado. Todo dependía de ambos, y sobre todo del medio centenar de goles que garantizaba este último, por lo que todo el equipo se escondía detrás de él, como ocurre en ciertas administraciones públicas. Florentino Pérez, magnate de la industria de la construcción, se dio a la tarea de aplicar una política de control de daños, y eligió como relevo a Julen Lopetegui, a la sazón director técnico de la selección nacional española, que se preparaba ya en tierras rusas para participar en el Mundial de futbol.
Lopetegui no lo pensó dos veces: decidió que su destino estaría ligado por varios años al Real Madrid, y aceptó de mil amores. El burócrata español de pantalón largo, o sea, el dueño de la Real Federación Española de Fútbol, tampoco lo pensó dos veces y lo despidió del cargo de la selección, en el que nombró de manera provisional a Fernando Hierro, una de las luminarias de años pasados. Pero resulta que Lopetegui, con todos los galones y reconocimientos conquistados en los campos de batalla, empezó a darse cuenta de que las cosas no estarían nada fáciles. El equipo empezó a dar tumbos. Ofrecía una cal por una de arena, o puras de cal o de arena. El caso es que no había orden ni concierto. Los relevos, como Benzema o Bale no funcionaban y no había modo de que las famosas interdependencias internas que garantizan la homeostasis, funcionaran para sacar el buey de la barranca.
Hasta que el equipo tocó fondo. Y tocó fondo donde tenía que tocar: en Barcelona, donde le cayó una lluvia de cuero. Su destino ya estaba cantado. Incluso si el Real Madrid hubiese ganado en el Nou Camp, de cualquier modo hubiera tenido que abandonar la disciplina. Así que rápidamente se dieron a la búsqueda de un relevo para el banquillo. Mientras buscaban en el mercado, voltearon al Castilla, donde estaba Santiago Solari, y lo llamaron. Otra vez lo mismo: director técnico provisional. Su pistola no tenía muescas. No tenía los galones de mariscal de campo. No había ganado batallas importantes. Mientras, los figurones se ponían los moños y se dejaban pedir las perlas de la virgen.
Solari no se hizo de rogar. Rápidamente tomó el mando y empezó a acomodar las piezas. Y voilá: el equipo empezó a funcionar. Inició con un triunfo fácil contra un equipo muy menor de la liga de ascenso en el torneo de la copa del Rey, pero luego hilvanó victorias en el torneo liguero y en la champions league. La búsqueda cesó. Finalmente, Solario fue designado director técnico titular, permanente o como se diga. No será removido por lo que resta de esta temporada. Y fíjese lo que son las cosas. El Real Madrid, que iba de batacazo en batacazo en este arranque de temporada, empezó a ver muy lejos la punta del torneo. El Barcelona pareció de pronto inalcanzable y el Real no aparecía por primera vez en muchos años entre los primeros cinco de La Liga. Pero el Barza también empezó a patinar, y luego de la derrota este domingo frente al Real Betis en su propio feudo, por 4 goles a 3, combinado con el triunfo del Real frente al Celta de Vigo por 4-2, los ha vuelto a la vida. Nada, entonces, está escrito en la liga española. Hay mucho camino por recorrer, y si Solari acierta en dar con la tecla correcta, seguirá teniendo todas las opciones disponibles: liga, copa y champions.
Le he contado todo esto porque, en medio de la batahola armada por el pobre desempeño madridista, hubo quien se propuso para la dirección técnica. Es decir, no lo buscaron, no lo llamaron, no lo consideraron. En suma, nunca apareció en el radar de la directiva para hacerse cargo de la nave blanca. Si usted está pensando en Hugo Sánchez, acertó. El gran Hugol alzó la mano, sin rubor, sin complejos. Y pidió su oportunidad: “Son pocos los que pueden estar en frente de ese vestuario y se lo digo a Florentino Pérez que ya estoy listo. Si me llama, ya sabe dónde localizarme. Estoy capacitado y preparado para ello. Pero si no, que sigan buscando a ver si lo encuentran. Ya sabes, Florentino, aquí te espero”.
Así que el pentapipichi no se anduvo por las ramas. Sin rodeos, con esa soberbia del que es, ha sido y se sabe triunfador, y cuyo nombre está inscrito en la memoria colectiva del madridismo, pidió la alternativa. No hubo respuesta desde las oficinas de los hombres de pantalón largo. No lo consideraron con los tamaños. Habrá que seguir esperando para ver si Hugo Sánchez materializa el sueño de su vida. Tiene títulos con los pumas de la UNAM, ha dirigido a la selección nacional, sin pena y sin gloria o, si se quiere, con más testosterona que neurona. En España ha estado al frente del Almería con magros resultados. Bueno, ojalá ese sueño que ha estado alimentando en los últimos años pueda algún día concretarse.
Hugo tiene, por ese talante, por ese modo de ser, muchos amigos que no lo quieren. De inmediato, esos amigos que no lo quieren se lanzaron sobre él al conocer sus pretensiones. Un periodista español, Juanma Rodríguez, se le fue a la yugular. Lea lo que le dijo:“No te puedes presentar ante el Real Madrid con los argumentos que tiene como entrenador, llevas sin entrenar desde 2012, a excepción del Almería, fuera de tu país jamás te han contratado como entrenador… Para ser entrenador del Real Madrid hace falta más que pegar tres volteretas en el aire. No has estado a la altura del gran jugador que fue Hugo Sánchez”. Claro, esta respuesta a Hugo fue a la medida de su insulto al periodista, a quien llamó payasete.
Hugo es un provocador, le encanta la polémica, es su ambiente. Ahí, en ese ambiente, se siente como pez en el agua. Es probable que no le llamen nunca, pero pocos tienen ese arrojo, ese valor para alzar la mano, la voz y pedir lo que considera un derecho legítimo después de darle tantas noches de gloria al madridismo.

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