FIN DE SEMANA
= ¿Qué los presidentes dejaron de decidir candidaturas a gobernador?
= Administración federal panista, el paraíso de gobernadores del PRI
= Ley “mordaza”. Nadie hizo su chamba en el momento preciso.
Jorge Luis Telles Salazar
Hay quienes piensan que el esquema en el sentido de que los presidentes decidían al candidato a gobernador en los diferentes estados del país, cambió durante los doce años de permanencia de Acción Nacional en Los Pinos. Esta, sin embargo, no es más que una impresión inexacta, derivada de la costumbre de observar las cosas, desde un punto de vista muy tradicional, como si el PRI jamás hubiese perdido el poder. Nada tan alejado de la realidad: primero Vicente Fox y luego Felipe Calderón mantuvieron e incluso fortalecieron esta facultad presidencial, no escrita en ninguno de los artículos de la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos, aunque naturalmente que en esa docena esto solo aplicó para los militantes de su partido. Lógico.
Precisemos: antes del PAN, dicen, el presidente decidía; después, ya no. Bueno, ni Fox ni Calderón – salvo que se den cosas a las que los infelices mortales no tenemos alcance (antaño las conocíamos como concertacesiones) – lo hicieron en el PRI, obviamente; pero en el blanquiazul, por supuesto que sí. A lo largo de estos doce años fueron ellos los que nombraron a los candidatos gubernamentales, de su partido sin tomar en cuenta a la militancia e indiferentes, además, a las inconformidades que habitualmente suelen generar los acuerdos, emanados de una junta de notables, ubicada en la cúpula del poder. Y como lo han hecho siempre en el tricolor, los presidentes panistas también designaron a los dirigentes nacionales de su partido, lo mismo que a candidatos a senadores y diputados federales y hasta uno que otro presidente municipal, sin que esto lleve dedicatoria para Alejandro Higuera, ni mucho menos. Todo, igualito que en el PRI. Y si mucho me apura, hasta corregido y aumentado.
Para su infortunio, las alegres cuentas que se hicieron en Acción Nacional, al momento de su llegada a Palacio Nacional, no les cuadraron. Se mofaron de la fortaleza del PRI y lo sentenciaron a una muerte segura al corto plazo; pero no le dieron el tiro de gracia y ese fue su gran error. Así, ese rival, que llegaron a creer acabado, resulta que goza hoy de cabal salud. Tanto que hace ya cosa de dos años les arrebató el poder para gobernar nuevamente nuestro país, con resultados muy discutibles si quiere usted; pero ahí está, de nueva cuenta, en el comando de la nación. Existen teorías en el sentido de que en todo tipo de contienda – política o deportiva, por decir algo –, no debe haber piedad; que se tiene que aniquilar al rival y meterle todos los goles posibles (recuerden Alemania-Brasil en una de las semifinales del último Mundial de futbol) porque, en un descuido, se recupera, vuelve al juego y capaz y hasta le da la vuelta al marcador.
Esto, aclaremos, es otra cosa, relacionada de algún modo con el tema, sí; pero no es su contenido medular, lo que nos ocupa en este Fin de Semana.
A lo que queremos llegar es a esto, que es una verdad irrefutable y de la que no duda nadie que esté en sus cabales: que los candidatos del PRI a las gubernaturas de los Estados que estarán en juego durante los próximos cuatro años, los nombrará – así de fácil – el presidente Enrique Peña Nieto, más allá de lo que los aspirantes hagan o dejen de hacer de aquí a cuando les toque su turno, en el obsesionado afán de lograr las simpatías del titular del Poder Ejecutivo Federal.
A lo mejor esto va a presentar algunas modificaciones, como lo dejó ver el propio Peña Nieto cuando, hace un par de años, en el Estado de México, decidió – para sucederlo en la gubernatura – en favor del aspirante con mayor rentabilidad electoral (quien le garantizara, en suma, el mejor resultado) y no por el más cercano a sus afectos. Puede ser que tal criterio se convierta en el patrón a seguir por el presidente priista, cosa que de estandarizarse le facilitará las cosas a los que presumen de leer la bola de cristal; pero en cualquier instancia, suya, y de nadie más, será la palabra final.
Tal es la praxis política en México, tan arraigada que pese a ser uno de los viejos vicios del PRI, tan cuestionados por sus opositores, resulta que fue retomada por las dos administraciones federales panistas y lo mismo sucederá, sin duda, cuando la izquierda llegue al poder, situación que irremediablemente será una realidad. Quizás más temprano que tarde, para beneficio o para mayor desgracia del país. Vaya usted a saber.
¿Estamos?
= ADMINISTRACIONES PANISTAS, EL PARAISO DE LOS GOBERNADORES =
A propósito.
Por circunstancias de tiempos y acomodos políticos, a Peña Nieto le tocará decidir hasta dos veces al candidato a gobernador por el Estado de México. Ya lo hizo una vez, como mandatario de su entidad, en el 2011, con Erubiel Dávila como favorecido y repetirá el truco en 2017, como presidente de la nación. En esta circunstancia, también designará, si no a su seguro sucesor, cuando menos si al candidato presidencial de su partido para el mandato constitucional a iniciar el primero de diciembre de 2018.
Y es que, por paradójico que parezca – ya de regreso al punto de partida – los doce años de gobierno panista en el plano federal, representaron un verdadero paraíso para los mandatarios de los Estados, especialmente para los emanados del Revolucionario Institucional, quienes, carentes de autoridad política superior, hicieron lo que les vino en gana en sus respectivas entidades. En teoría, por encima de ellos estaba el Comité Ejecutivo Nacional de su partido; pero en los hechos, tenían en sus manos el mandato supremo de sus respectivas demarcaciones.
Precisamente fue por esta circunstancia, ya con Vicente Fox en Los Pinos, que Juan S. Millán (ubicados ya en nuestro ámbito) se convirtió, en la práctica, en el primer gobernador de Sinaloa en imponerle al PRI a su sucesor, en la persona de Jesús Aguilar Padilla, a quien durante su mandato había distinguido como secretario de Desarrollo Social y luego como diputado local, presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado. Y ya entrado en gastos, Millán no solo operó directa y abiertamente la postulación de Aguilar Padilla – todavía con Fox en la presidencia – sino que lo hizo ganar en la elección constitucional. Con los clásicos pelos en el portillo, si quiere usted; pero lo convirtió en gobernador, ante el malestar de Chente, que apoyó con todo al candidato panista Heriberto Félix Guerra, surgido, casualmente, también de la cuadra millanista, para redondearle el panorama, amigo lector.
Juan Millán, por cierto, también ha sido el único en llegar a la gubernatura del Estado, por un camino diferente al tradicional – “solo conozco una ruta: ser el más amigo del presidente”, solía decir, con sólida filosofía, don Antonio Toledo Corro, al hablar de su ascenso a la titularidad del Ejecutivo en Sinaloa -: ganó la candidatura en una elección interna frente a Lauro Díaz Castro, contra la férrea oposición del entonces secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa y en medio de la apatía del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, quien de manera increíble y poco ortodoxa para la época, dejó correr a los caballos sobre el taste, con enorme libertad. Un factor adicional lo fue también la complacencia del entonces gobernador Renato Vega Alvarado, quien tras alentar, en principio, las aspiraciones de Lauro, terminó por inclinarse del lado de Juan, quizás presa del temor de la irrupción de serios problemas sobre política y gobernabilidad, justo en la recta final de su administración. Superada la desgastante contienda interna, Millán no tuvo problemas para triunfar en la elección constitucional, con todo y las severas fracturas que el proceso dejó al interior del Revolucionario Institucional. Emilio Goycochea Luna fue la víctima, después de su célebre frase, cuando demandó, de manera desesperada, la solidaridad de Rubén Rocha Moya, el otro rival: “ese cabrón es un demonio. Si no nos juntamos ¡seguro nos va a cargar la chingada!”.
Además de sus generalidades, toda regla tiene su excepción y Juan Millán lo fue aquí en Sinaloa. A no ser que, en aquel momento, el entonces presidente Ernesto Zedillo haya enviado por un tubo a su secretario de Gobernación, Francisco Labastida, obsesionado por retomar el control político de nuestro Estado.
A su vez, Jesús Aguilar también la jugó, acorde a las circunstancias; pero no logró su propósito. Bueno sí; solo a medias. Muy por debajo de su expectativa. Contra viento y marea – en el sentido absolutamente literal de la palabra – incrustó a Jesús Vizcarra Calderón como candidato a gobernador, a pesar de reconocer, muy en el fondo, que con Mario López Valdez la victoria del PRI estaba garantizada. “MaLoVa – decía – es el mejor candidato; pero Vizcarra será un gran gobernador ¡Es el hombre que necesita Sinaloa en estos momentos!” Y ante las dudas, replicaba: “la fuerza del Estado es muy grande como para perder la elección”. Quizás lo que JAP no previno es que, si la fuerza de un Estado es grande, más lo es la del presidente de la República, cuya intervención fue determinante para el resultado definitivo. Como medular lo fue, del mismo modo, el crack sufrido por el partido tricolor, cuyos efectos perduran hasta la fecha y de lo que de lo mismo sufren ahora, tanto los gallos que se fueron, como los valientes que se quedaron, en aquel álgido 2010.
A final de cuentas, Aguilar Padilla falló, como muchos de sus antecesores, en dejar sucesor. Y aunque en circunstancias especiales, se cumplió, en contraparte, aquello de que el gobernador fue, a la postre, el señalado por el presidente. En este caso, Felipe Calderón. Axioma cumplido, inexorablemente, una vez más, aunque del bando de enfrente.
Sobre el particular y con la asesoría de nuestro amigo Roberto Soltero Acuña, déjenos recordar algo de la historia reciente: que en 1970, Leopoldo Sánchez Celis pugnó por Miguel Leyson Pérez, contra la oposición del centro, que quería al general Renato Vega Amador. Decisión salomónica en beneficio de Alfredo Valdez Montoya, que se auto adjudicó Polo, bajo el argumento irrebatible de que Valdez Montoya era su tesorero y uno de sus principales operadores de orden político.
Valdez Montoya, a su vez, empujó, a mediados de los setentas, a su secretario de Desarrollo Económico, Ernesto Ortegón y al presidente municipal de Culiacán, Mariano Carlón López; sin embargo, el presidente Luis Echeverría nos envió a Alfonso G. Calderón. El cetemista, por su parte, alentó, a finales de la misma década al delegado de la SARH, Lázaro Ramos Esquer y sostenía que, en el fondo, “cualquiera, menos Toledo”. Y fue Toledo, precisamente.
Toledo Corro, institucional y conocedor de las reglas de la política mexicana, no respaldó a nadie, convencido, desde el primer momento, de que su sucesor sería Francisco Labastida Ochoa (mientras se divertía con la campaña que desde 1982 desarrollaba el senador Ernesto Millán Escalante) y si sabía que no era de las simpatías del presidente Miguel de la Madrid, optó por ahorrarse problemas. Labastida Ochoa, a su vez, hizo crecer políticamente a Lauro Díaz Castro y al senador Gustavo Guerrero Ramos; pero el dedo del presidente Carlos Salinas de Gortari señaló al ingeniero Renato Vega Alvarado.
Y el resto de la historia, más fresca todavía, ya la conoce usted amigo lector. La acaba de leer.
Así las cosas, tras este vistazo en retrospectiva y expuestas las condiciones actuales, nos queda una pregunta, estimado y fino amigo: ¿le alcanzará a MaLoVa para dejar sucesor, en la gubernatura del Estado? Y si lo intenta, porque la tentación es muy grande: ¿lo hará por el PRI o por una coalición similar a la que lo llevó a él al poder?
“Only time will tell…”
= SOBRE LA “LEY MORDAZA” =
Tienen que reconocerlo:
Nadie hizo su chamba, de manera adecuada, en este nuevo escándalo mediático, nacional e internacional, en cuyo mero centro quedó Sinaloa, tras la aprobación, por parte de la sexagésima primera legislatura del Congreso del Estado, de la iniciativa de reformas a la Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia, que incluyó una adición al artículo 51 bis, relativa al ejercicio del periodismo de manera profesional en la entidad.
No la hicieron, para ser más claros, en el despacho del Ejecutivo, donde no se percataron del impacto de ese artículo “tan insignificante”. No la hicieron los diputados, que tampoco notaron nada anormal y la aprobaron sin tan siquiera tomarse la molestia de leerla con detenimiento. Y lo peor: tampoco lo hicieron los compañeros periodistas puesto que, en sus meras narices, se dio primera lectura al dictamen, sin ninguna reacción de sus posibles consecuencias. Todos supusieron, en efecto, que se trataba de una mera adecuación a las reformas federales y el trámite avanzó hasta su etapa final: hasta la aprobación de la reforma, bautizada de manera inmediata como una “ley mordaza” y cuyo fin es cubrir las ineficiencias del aparato de justicia y seguridad pública de nuestra entidad.
Tal como la fuga del “Chapo Guzmán” del penal de Puente Grande Jalisco, en 2001. Avanzo y avanzó, a lo largo de todo el reclusorio y cuando todo mundo se dio cuenta, ya estaba libertad – bueno, prófugo pues -, condición de la cual gozó a lo largo de catorce años y que concluyó en marzo pasado, en el puerto de Mazatlán. Así pasó con la tan llevada y traída ley: nadie se dio cuenta hasta que fue mandatada para entrar en vigor en fecha cercana.
Y mire usted que esto no es cualquier cosa:
Este artículo 51 bis prohíbe a los reporteros acceder a la escena del crimen, tomar fotos, grabar audio y capturar video. Y no solo eso: trabajar solo la información proporcionada por las instancias responsables, a través del abominable boletín, la herramienta preferida de los flojos e irresponsables y la más aborrecida, en cambio, por los verdaderos profesionales, que disfrutan del trabajo periodístico, por más riesgoso que este sea, como lo es, justamente, el de la sección policiaca.
Un precepto totalmente absurdo, sin duda alguna.
Quien lo haya redactado es un miope en alto grado, frente a la lacerante realidad de Sinaloa, agobiada por una criminalidad que no va a terminar con la obstaculización del trabajo de los representantes de los medios de comunicación. Y como absurdo fue, insistimos, el tránsito de la ley a lo largo del camino antes citado.
Afortunadamente todo parece indicar que, a final de cuentas, todo quedará para el enriquecimiento de la historia política y periodística de Sinaloa. En efecto, a la declaratoria del gobernador Mario López Valdez, mediante el clásico boletín – porque goza de un largo periodo de vacaciones – se sumó ya la aseveración de los coordinadores de todas las fracciones parlamentarias en el sentido de que ya se trabaja en una contra iniciativa, que no vulnere, en principio, el ámbito de libertad para el ejercicio reporteril en la entidad.
Así pasó.
= LO QUE DICEN LOS MEDIOS =
01.- A diferencia de Ahome, donde la cosa ya parece caminar a pie firme, aquí en Culiacán la construcción de un nuevo Palacio Municipal es, por lo pronto, solo un proyecto, alimentado por lo oneroso que resulta para el ayuntamiento el gasto de 20 millones de pesos en arrendamiento de oficinas, puesto que las hoy en día existentes son insuficientes para la operación del gobierno municipal. Si esto es así, en menos de un año, la inversión quedaría plenamente recuperada, toda vez que el presupuesto aparentemente disponible para la construcción de una nueva sede del gobierno municipal es del orden de 200 millones de pesos, según lo revelado por el alcalde de la ciudad, Sergio Torres Félix. Pendientes.
02.- La única explicación de realizar una concentración campesina en el puerto de Mazatlán, podría encontrarse en un aparente espaldarazo para Germán Escobar, el presidente de la Liga de Comunidades Agrarias de Sinaloa, en su intención de convertirse en candidato del PRI a diputado federal por el sexto distrito electoral. En ese evento, como usted sabe, estuvo presente el senador nayarita Manuel Humberto Cota Jiménez, candidato único a la presidencia de la Confederación Nacional Campesina. Por ahí también se dejó ver su compañero de cámara, Aarón Irizar Lopez, así como la presidenta del Comité Directivo Estatal del PRI, Martha Sofía Tamayo Morales. Así que ahora, además de ser nuestro principal destino turístico, Mazatlán lo es también centro de convergencia de los campesinos sinaloenses. ¿Qué tal?
03.- Al recibir el galardón conocido como “Micrófono de Oro”, de parte de Rosalía Baún Sánchez, presidenta de la Asociación de Locutores de México, la senadora sinaloense Diva Hadamira Gastelum Bajo, definió el arte de servir como “la vocación de ponerse en los zapatos de las clases más desprotegidas de nuestro país”. Diva acumula reconocimientos y trofeos, en su carrera por la candidatura del PRI al gobierno de nuestro Estado, dentro del grupo puntero de cinco, a la vista del presidente Enrique Peña Nieto. ¿Cómo ve?
04.- Jacinto Pérez Gerardo, presidente del Consejo Estatal Electoral y Enrique Hubard, ex embajador de México en diversos países y ex cónsul en cualquier cantidad de ciudades del extranjero, estuvieron esta semana en el programa Agenda Radio, de Radio UAS. El primero, con la información más reciente, de la transformación del sistema electoral en la república, desde el Instituto Nacional Electoral; el segundo, con interesantes puntos de vista sobre el recrudecimiento de las hostilidades entre Israel y Palestina, en el ojo del Oriente Medio. Síganos en Agenda Radio, martes y jueves, de 17. 30 a 18 horas.
Y:
05.- Concluyó el periodo vacacional para los trabajadores del gobierno del Estado, de los ayuntamientos de la entidad y de la Universidad Autónoma de Sinaloa, entidades que reanudarán este lunes sus actividades. Sin embargo, todavía tendremos dos semanas más de relativa tranquilidad en la ciudad, en cuanto a su tráfico vehicular y peatonal se refiere. El ciclo escolar 2014-2015, iniciará hasta el lunes 18 de los corrientes.
= COLOFON =
Y hasta aquí con nuestro Fin de Semana, precisamente de este fin de semana.
Le invitamos para que nos siga en nuestro sitio de internet www.jorgeluistelles.com, donde encontrará las mejores columnas políticas de la entidad, así como la información del momento, permanentemente actualizada. El material incluye temas diversos: deportes, espectáculos, cultura, salud y cotidianidad.
Y nos fuimos ya.
Dios los bendiga.